En Jerusalén Alberto juega en primera A

El giro copernicano en la geopolítica del Medio Oriente producido en las últimas tres semanas permite a las superpotencias euroasiáticas sumar a Argentina a su selección
por Eduardo J. Vior
La decisión del presidente Alberto Fernández de que su primer viaje al exterior lo lleve a Israel, donde el día 24 participará en Jerusalén junto a numerosos líderes mundiales en la conmemoración del 75º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, ha despertado encendidas y controvertidas reacciones en nuestro país. Ahora bien, una mirada atenta sobre las circunstancias de la reunión y de la invitación a AF revela sorprendentes entretelones que sólo pueden explicarse por el cambio radical que se produjo en la política de Medio Oriente desde principios de enero.
En la discusión sobre el acto conmemorativo del 24 se metió el secretario de Estado Mike Pompeo, quien el sábado 18 tuiteó «en el quinto aniversario de la muerte del fiscal Alberto Nisman, recordamos el ataque de 1994 contra el centro judío AMIA en Buenos Aires y su esfuerzo incansable para llevar a sus responsables a la justicia.» A nadie puede quedar dudas, entonces, de la imbricación internacional del aniversario argentino ni de su estrecha vinculación con las movidas en Oriente Medio.
Precisamente por este complicado entramado es aconsejable subrayar algunos hechos duros sobre la conmemoración en Yad Vashem. Según informa el portal oficial Noticias de Israel, el evento fue organizado por el presidente de ese país, Reuven Revlin, y el centro conmemorativo del Holocausto que cuenta con el financiamiento del empresario ruso-judío y filantropista Viatcheslav Moshe Kantor, presidente del Congreso Judío Europeo, muy cercano al presidente ruso Vladimir Putin. Al homenaje concurren representantes de 46 países, entre ellos el propio Putin, el presidente francés Emmanuel Macron, el príncipe Charles del Reino Unido, el Rey de España Felipe VI, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, con una delegación bipartidista del Congreso. Donald Trump, por su parte, prefirió ir a Davos.
Se espera que Rivlin se reúna con casi todos los líderes durante media hora cada uno. En cambio, el primer ministro Benyamin Netanyahu, en principio, sólo tiene planeado encuentros con Putin, Macron y Pence. La Casa Rosada ha anunciado que Alberto Fernández se reunirá con Putin, Macron y Rivlin, mas no con el primer ministro.
Según el diario La Nación del jueves 17 de enero, el gobierno argentino comunicó a la embajadora de Israel, Galit Ronen, la decisión de Alberto Fernández de concurrir a la conmemoración, ante lo que la representación diplomática se mostró sumamente sorprendida. Este domingo 19, en tanto, la representación intentó hacer como que todo estaba previsto, pero no convenció. En una nota de Román Lejtman en Infobae (vocero oficioso de la representación israelí) se informó que la invitación ya había sido formulada por la embajadora el pasado 12 de noviembre, pero que Alberto Fernández recién se habría decidido el pasado miércoles 15 de enero, cuando Cristina Fernández, a la vuelta de Cuba, lo invitó a cenar y le “aconsejó” acudir a la cita en Jerusalén.
El remiendo es peor que la versión originaria, ya que, si Cristina indicó al presidente la conveniencia de viajar a Israel después de su vuelta de Cuba, es necesario inferir que lo hizo inspirada por alguna conversación que tuvo en la isla. Como se sabe, el liderazgo cubano está en fluido contacto con el Papa Francisco y con Vladimir Putin. O sea que la corrección hecha oficiosamente por la embajada lleva a pensar que el presidente tomó la decisión siguiendo un acuerdo entre Raúl Castro, el Papa y Vladimir Putin.
En segundo lugar, el viaje se produce pocos días después de que la embajada se abstuviera de acompañar el recordatorio por el quinto aniversario de la muerte de Alberto Nisman, puesto en escena por Mauricio Macri, y retirara del mismo a la DAIA y la AMIA. Tercero, el presidente viaja a Israel, pero a la reunión del Foro Económico Mundial en Davos que comenzó el lunes 20 sólo envía a Guillermo Nielsen (YPF) y nuestra posición allí la representó este martes 21 el propio Joseph Stiglitz. Tan importante como los foros a los que concurren nuestros representantes son aquéllos donde pegan el faltazo y quiénes juegan de suplente. De estos datos es preciso inducir que Alberto Fernández participa en el recordatorio del Holocausto por alguna razón más que la negociación de la deuda externa.
Desde 2017 Donald Trump había aumentado su prestigio en Oriente Medio con su intento de desligar a las fuerzas norteamericanas de las organizaciones terroristas (al Qaeda y Estado Islámico) que habían pergeñado en décadas anteriores. También realizó serios esfuerzos para retirar a sus tropas de la región y llegar a un acuerdo de convivencia con Rusia, China e Irán. Sin embargo, al matar al general iraní Qassem Soleimaní, prácticamente el número 2 de la República Islámica, fervientemente admirado por los pueblos de la región por haber vencido al terrorismo y haber traído una cierta paz, Trump perdió de un plumazo el prestigio cosechado y se desautorizó como árbitro. La pelota pasó completamente al campo ruso-chino.
Vladimir Putin inició entonces una diplomacia viajera que lo llevó a Ankara, Damasco y, esta semana, a Tel Aviv. El presidente ruso puede ofrecer a Israel la retirada de los iraníes de Siria y, por consiguiente, el alejamiento de sus invencibles cohetes de alcance medio tierra-tierra, pero no lo hará gratis. Para ello exige que la fuerza aérea israelí deje de bombardear las bases persas en Siria y que Tel Aviv apoye el levantamiento de las sanciones occidentales contra Damasco, pero este precio es todavía muy alto para Netanyahu.
Para los israelíes Moscú se está convirtiendo en el destino diplomático más importante y el primer ministro necesita el apoyo ruso en la elección parlamentaria de marzo próximo, para ganar los votos del millón de inmigrantes de ese origen que viven en el país. Al mismo tiempo, ya es evidente que Donald Trump se apartó de la política unilateralmente prosionista de su secretario de Estado Pompeo y busca un entendimiento con Rusia y China. La perspectiva de que las grandes potencias se pongan de acuerdo en un plan de paz sin la participación de Israel es para éste una seria amenaza. El primer ministro a cargo ya tomó nota de que la nueva constelación regional exige que se desligue del tráfico de armas y de drogas y ha comenzado a soltar lastre, especialmente en América del Sur.
Obviamente, muchos actores persistirán por un tiempo en sus prácticas destructivas. La reunión cumbre del 24 de enero nos mostrará, si Benyamin Netanyahu entendió la nueva relación de fuerzas. Si el líder israelí acepta que, para mantener el poder, le conviene plegarse a la nueva “pax eurasiana”, puede mantener su rol internacional, pero abandonando a sus aliados suramericanos.
Si a las inferencias expuestas más arriba se suma el anuncio de Eduardo Valdés poco antes de viajar de que “va a haber sorpresas, va a haber reuniones importantes”, es sensato prever un anuncio que dé un giro estratégico a la posición internacional de nuestro país. El presidente de todos los argentinos no viaja a Israel sólo para negociar sobre la deuda externa, sino para que empecemos a jugar en las ligas mayores del nuevo mundo. De nosotros depende cómo nos desempeñemos.





