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La esclavitud y la historia, a la luz del régimen de Bolsonaro

Alejandro C. Tarruella

Pocos dudan en el Brasil de estos días que Laurentino Gómez puso una vez más el dedo en la llaga. Más aún cuando se viven tiempos de filonazismo bajo el régimen de Jair Bolsonaro.

Escribe Alejandro C. Tarruella

De la colonia a Bolsonaro

Solo a este periodista se le ocurrió persistir en la idea de publicar su libro “Escravidão” (Esclavitud), en el que se cuestiona en términos históricos la trata de personas. En ella va el núcleo fundacional de un país que hoy esconde la trama principal de un comercio por el que la moderna Europa trasladó 12,5 millones de habitantes africanos al continente americano, en un negocio repudiable que se basaba en una consideración degradante de la condición humana que persiste en nuestros días. Bolsonaro y Jeanine Añez son en América del Sur sus principales exponentes en la proyección histórica.

“Si quieres entender Brasil en una dimensión más profunda, debes estudiar la esclavitud, el tema más importante de nuestra historia. Todo lo que fuimos, somos y lo que nos gustaría ser tiene que ver con la esclavitud. Con casi cinco millones de cautivos africanos, fue el mayor territorio esclavo de América y el último en poner fin a la trata, en 1850, y a la esclavitud, en 1888. El país fue construido por esclavos en todos los sectores económicos, azúcar, oro, diamantes, café. Los abolicionistas del siglo XIX argumentaron que Brasil necesitaba hacer dos aboliciones: dejar de comerciar con personas e incorporar a los antiguos esclavos a la sociedad como ciudadanos, dándoles tierra, empleo y educación. Brasil nunca ha hecho esto”, le reveló Laurentino Gómez a Naiara Galarraga Cortázar y Guilherme Henrique de “El País” de Madrid.

Si quieres entender Brasil en una dimensión más profunda, debes estudiar la esclavitud, el tema más importante de nuestra historia

Brasil fue construido en sus riquezas y en los padecimientos de extrema pobreza de los afro y afrobrasileños, población arrojada de su vida y de su historia aunque creó la base de la cultura sobre la que se sostiene su nacionalidad. Sin embargo, el rechazo que resumirían el nazismo y hoy el neonazismo encarnado en sus gobernantes, sería uno de los motores del sometimiento que es hoy política de Estado y cultura del país.

Un año antes, Marcelo D’Salete, obtenía un premio Eisner (equivale a un Oscar del comic), para publicar en estos días en España “Angola Janga” (pequeña Angola en idioma quimibundo), relato gráfico en torno de una república de 20 mil almas, que fundaron los afro y afrobrasileños por quienes habían huido de los ingenios en el siglo XVII. Y el reciente 20 de noviembre permitió recordar que era el día de Zumi de los Palmares.

Se considera al episodio como uno de los más importantes de la cultura popular afrobrasileña, una rebelión frente al sometimiento de colonizadores de Portugal y Holanda, posiblemente los más crueles junto a los belgas, que consideraban a los llegados de África fuera de la escala humana. El episodio es escasamente conocido aún en estos días. El autor resumía que se ve a Palmares como un espacio de bandidos en la selva, un hecho exótico en la historia del país, que amenazaba al imperio portugués. Las víctimas eran sometidas a jornadas de 20 horas de trabajo diarios y la república de Palmares les permitió sobrevivir más de cien años, en aldeas de la sierra de Barriga (Pernambuco).

El ilustrador reveló en su obra el asedio de los conquistadores, la respuesta a través de la guerrilla palmarista, su vida cotidiana profunda, de amistad y amor, los cultivos y la estructura comercial que establecieron con otras etnias indígenas y descendientes de los portugueses. El libro, es una curiosidad, se publicó en España. No es posible pensar que Bolsonaro se abra hoy a que se conozca en el Brasil de giro a la derecha y la intolerancia. Podría decirse que el régimen del militar intenta recuperar los rasgos de aquella etapa oscura y deningrante del país, lejos de Getulio Vargas, Goulart y Lula.

Gomes contra los fantasmas

El historiador y periodista Gomes sostiene que el destino de su país está sostenido en esa historia que recupera en su obra

“Todo lo que fuimos, somos y lo que nos gustaría ser tiene que ver con la esclavitud. Con casi cinco millones de cautivos africanos, fue el mayor territorio esclavo de América y el último en poner fin a la trata, en 1850, y a la esclavitud, en 1888. El país fue construido por esclavos en todos los sectores económicos, azúcar, oro, diamantes, café. Los abolicionistas del siglo XIX argumentaron que Brasil necesitaba hacer dos aboliciones: dejar de comerciar con personas e incorporar a los antiguos esclavos a la sociedad como ciudadanos, dándoles tierra, empleo y educación. Brasil nunca ha hecho esto”, reflexionó.

La obra del artista Marcelo D’Salete, en tanto, fue editada por la editorial Flow Press. Su subtítulo es “La historia real de los esclavos huidos y el reino que crearon en el Brasil del siglo XVI”. “El libro forma parte de un intento de ir más allá de la figura de Zumbi dos Palmares, y contar la historia de varios otros personajes que fueron importantes en esa historia, como el Ganga Zumba, Ganga Zona, los gobernadores, entre otros”, reseñó el autor.

Estudió el Brasil de la colonia, los conflictos entre portugueses, indígenas y africanos arrancados de Congo y Angola. “Entender un poco más sobre estos personajes es importante para comprender la diversidad dentro de Palmares, los intentos estratégicos de autonomía de esas personas, y la proximidad y conexión directa entre Brasil, Portugal y Angola. Algunas batallas que se estaban desarrollando en Angola repercutían directamente en lo que sucedería con Brasil, ya que muchos de esos africanos venían para Brasil”, dijo a Brazilian Bublishers.

En Argentina se publicó en 2008 “Noche de luz”, historias urbanas sobre casa nocturna, y en 2016 “Encruzilhada” (Encrucijada) que trabaja sobre la violencia, jóvenes negros y la discriminación en grandes urbes brasileñas. Se verá en ellas que no había piedad para los esclavos.

Si como sostiene el historiador Gómez, “David Hume (filósofo y escritor británico) era accionista de una empresa de esclavos y Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia de EE UU, poseía numerosos esclavos”, la trata fue una complejidad, tanto que el puerto de Buenos Aires nació con el comercio de esclavos y llegó a tener en días de colonia un sesenta por ciento de su actividad dedicada al tráfico de personas afro.

No está mal entonces que -en historia y en arte- se vuelva sobre el tema cuando el golpe de Estado en Bolivia, o regímenes como los de Bolsonaro o Lenin Moreno, parecen retornar a etapas que se creían superadas en la historia americana. Los tiranos no sueñan con serpientes sino con esclavos

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