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Frío: un cisne negro amenaza al Gobierno argentino

El frío cayó con todo sobre Buenos Aires, congeló las madrugadas de las ciudades que la rodean y del grueso del territorio argentino; los termómetros marcaron cero grados y apuñalaron con hasta con menos cuatro de sensación térmica. La situación dio visibilidad a miles de nenas y nenes, mujeres  y hombres que duermen en la calle, las imágenes se convirtieron en  la amenaza de uno de esos “cisnes negros” de la realidad que, a veces, se cruzan con los relatos, los destrozan, alteran la opiniones y se llevan puestos a funcionarios y hasta a gobiernos, sobre todo en tiempos de elección y campañas sucias.   

Por Carlos A Villalba (*)

Un muerto por hipotermia, el quinto en once días, Sergio Zacaríaz, en San Telmo, el barrio más turístico del país, a solo 400 metros de la Casa de Gobierno; 7251 personas en situación de calle según el censo más serio realizado hasta el momento, buscan refugio, muchas más que las solo 1.146 que reconocen las autoridades porteñas. Un club abre su estadio para que se cobijen quienes quieran y se convierte en “el más grande albergue de indigentes de América Latina” según la televisión europea; otro club, otro, otro, otro más, en la ciudad, en las afueras, en las provincias. Unidades básicas que permanecen abiertas a la noche por si alguien que está en la calle necesita el techo modesto de esos locales, una sopa, un mate. Casi 20 años después otra vez las “Noches de Caridad” de las 50 parroquias porteñas no dan abasto con las mismas rondas con las que fueron al encuentro de las personas más golpeadas por la crisis del  año 2001.

Imágenes, historias, penurias, que estallaron en el centro de un escenario que los estrategas del intento de reelección del presidente Mauricio Macri intentaban mantener lejos de la realidad y enfocado en el “dólar ballotage” quieto y por debajo de los $45; iluminados por las luces de acuerdos fantasma con la Unión Europea, con Estados Unidos…, que no se firmaron y que, de concretarse, destruirían las posibilidades de desarrollo nacional por décadas, y gracias a denuncias surgidas de los tribunales federales que, contra lo que manda la Constitución Nacional, hacen política partidaria al compás de los intereses del Ejecutivo.

Sin embargo, el tablero de comando oficialista se llenó de luces rojas. Quienes diseñan las campañas saben que, a poco más de un mes de las internas simultáneas, cualquier elemento que salga del libreto armado puede expulsar a franjas de los electorados y cambiar los resultados en una u otra dirección. En el caso del equipo de la alianza Cambiemos el objetivo hasta el 11 de agosto próximo es impedir que aumente la brecha de entre cuatro y cinco puntos que, según sus datos, los separa del Frente de Todos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

El frío, como problema humano, como tragedia cotidiana, de gente de carne y hueso instalada hasta como foto principal de las tapas de los diarios que editan las informaciones “en favor” del Gobierno, relatada por los móviles de todos los canales y, lo peor, comentada en millones de hogares en los que, todavía, se alcanza a pagar la luz, la garrafa o el gas con medidor de los barrios, y a comer un caldo de algo y un plato de fideos, puede constituir un impacto de características nucleares.

Los equipos subterráneos que comanda el jefe de Gabinete, Marcos Peña, empezaron el jueves pasado a medir esos efectos, con la intención de preparar respuestas que permitan “controlar  daños”. Aunque el primer corte de esas lecturas recién estarán en sus manos después del largo feriado por el Día de la Independencia, el alerta ya se potenció, a raíz de la “imagen residual” negativa que generaron el “apagón histórico” del pasado 16 de junio, que dejó sin luz a 50 millones de personas durante seis horas y a la mitad de esa población a lo largo de otras seis, y el corte que quitó la luz y el agua durante cuatro días a la capital de la provincia que maneja María Eugenia Vidal. Frío + mega-apagones conforman un combo muy alejado de la imagen de “estabilidad”, “cambio” y “mejorías” que tratarán de presentar los candidatos macristas en la disputa que ya está en marcha contra una “pesada herencia” que, temen, empiece a lucir como algo mejor que al presente.

Es el miedo a ese cisne negro que puede destruir cualquier plan, un acontecimiento no planificado y dañino; el mismo, pero en sentido contrario, que esperan lograr con denuncias judiciales en las próximas semanas, aunque en base a un tema mucho menos sensible para un electorado que fue corriendo sus preocupaciones y hoy pena por “la economía”, en base a la inflación (56% de junio a junio, de acuerdo a datos oficiales), las deudas personales (del 25 al 47% de la población según ingresos) y temor al desempleo (10,1% oficial en base a datos de 2018) y sus consecuencias de precarización laboral, que afecta a millones de familias. Esas “preocupaciones de los argentinos” hoy registran mayor impacto que “la corrupción” o los “subsidios innecesarios”.

No es la estufa, es el modelo

Además de miles de personas ateridas, lo que la primera ola de frío del año dejó a la intemperie es la situación que se vive en la Argentina, le puso cuerpo y dolor a los números del propio instituto de estadísticas gubernamentales que, en base a mediciones del segundo semestre de 2018, seguramente mejores que las del año en curso reconoció un 6,7% de personas que viven en la indigencia. Según ese cálculo hay 1.865.867 de mujeres y hombres de todas las edades que no cuentan ni con les recursos mínimos para sobrevivir; si se transporta el cálculo al total nacional se choca contra un millón de familias en esa situación, aproximadamente 3 millones de residentes.

Es el resultado de las políticas de tres años y medio de gobierno, que destruyeron el aparato productivo, dejaron a centenares de miles de personas sin  trabajo y hasta sin changas y aceleraron el deterioro de los sectores más vulnerables. Es lo que explica que comedores y merenderos populares se multiplicasen como nunca antes en el país; las escuelas, las capillas de los barrios humildes, las casas solidarias del vecindario hoy asisten con alimentación. Muchos de quienes alquilaban piezas o casas modestas con los recursos que les daba el trabajo debieron buscar alternativas habitacionales; quienes no las consiguieron… quedaron en situación de calle. Una explicación que el vice jefe de Gobierno de la capital latinoamericana con mayor PBI per cápita, Diego Santilli, intentó ocultar detrás de la supuesta “situación siquiátrica” o las “adicciones” de las víctimas de las decisiones de los responsables nacionales de su gobierno.

El “negacionismo” de miles de personas en situación de calle decidido por el jefe de Gobierno, Rodríguez Larreta, no solo trata de ocultar la situación, intenta además “cubrir” las consecuencias de las decisiones de Mauricio Macri, que se ven incluso en pleno centro de su ciudad de metrobuses, bolsitas para deposiciones caninas, asfaltos repetidos sobre sí mismos una y otra vez y peatonales para turistas extranjeros que sacan  fotos a los miles de carteles de “En venta” o “Se alquila” colgados de los escaparates de negocios que quebraron en los últimos 36 meses.

El censo de lo oculto  

Desde el 10 de diciembre de 2007 y hasta el mismo día de 2015, cuando se instaló en la Presidencia, Mauricio Macri gobernó la capital argentina. A partir de aquel año, se recortaron los programas de vivienda transitoria y los recursos, también achicados, se destinaron exclusivamente a  la “asistencia”, los paradores colapsaron, no respetan las dinámicas familiares, las mujeres deben separarse de los hombres,  lo que obliga a las parejas y las familias a dividirse y a hijas e hijos a alejarse de sus padres.

Un grupo de organizaciones sociales de la Ciudad realizó a fines de abril el Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle, que no solo dio cuenta de las 7251 personas en esa condición, sino que mostró que en los dos últimos años esa población creció más del 64% y que el 52% de los registrados duerme en la calle por primera vez.

Detrás de los números hay personas y junto a los porcentajes están las pruebas del deterioro: la razón de más peso por la que están en la calle es “haberse quedado sin trabajo” y más de la mitad llegó a esa situación durante el corriente año. Cada una de las pantallas con los que la Asociación Civil “bitácora” reseñó la situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires constituye un nuevo  fotograma de la película filmada por el gobierno que hizo más daño en menor tiempo en la Argentina postdictorial .

(*) Periodista y Psicólogo argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (http://estrategia.la/), miembro de La Usina del Pensamiento Nacional y Popular (http://www.usinadelpensamientonacional.com.ar). Las fotos de situación de calle son del autor.

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