Schiaretti, y un triunfo clave en el camino del proyecto nacional para la transformación
Juan Schiaretti es un hombre de modales suaves y caminar pausado. Si se lo viese de poncho, con una estampa que por ejemplo fuera una evocación de don Vicente Leónidas Saadi, no estaría equivocado quien encontrara semejanzas. No todas, pero sí algunas relativas a un estilo de reflexión que guarda relación con el movimiento del cuerpo en la escena pública.
Escribe Alejandro C. Tarruella
El triunfo y la reflexión
Su triunfo, que ronda los 60 puntos, vence una serie de prejuicios. El principal es la tradición radical de apariencia invencible. Martín Llaryora ganó bajo su arco la intendencia de la capital, mostrando que los cordobeses decidieron ir con Schiaretti a un cambio en serio. Observa el gobernador reelecto que hay allí un dato clave, Cristina decidió que Unión Ciudadana fuese bajo la lista del gobernador y se acabaron las especulaciones. Hay un punto de unión entre la principal candidata a nivel nacional y un mandatario que hasta estos días tuvo un vínculo particular con el gobierno de Mauricio Macri.
En ese punto hay que comprender a Córdoba y el cordobesismo, no para lo crítico sino para observar un fenómeno que desde Buenos Aires, a veces, es una frase, un rechazo y una distancia. En política, el secreto es acercar a las adyacencias. Cuando Cristina reparó en la historia en el Pacto Social, que Perón logró con el auxilio político de José Ber Gelbard y de José Ignacio Rucci, lo que le costó la muerte, reto que el dirigente aceptó, hizo precisamente eso. La búsqueda de acuerdos, por duros que fueren, si son además justos, es una señal de conducción y de propuesta. Schiaretti debe haber observado con atención el planteo. Con la cautela como modo de presentación ante su pueblo, sin ideologismos y con un lenguaje sencillo.
El gobernador perdió, con la trágica muerte de José Manuel de la Sota, al dirigente que llevaba los vínculos mayores “con el exterior”, digámoslo así. No porque el Gringo Schiaretti no los tuviera, o no los practicara, sino porque ambos eran un tándem político singular y De la Sota, con relaciones destacadas en el país y en el exterior, trabajaba ese escenario mientras que el gobernador, naturalmente, hacía centro en su trabajo provincial. De la Sota se hace sentir por su capacidad, su sutileza e incluso por su acercamiento de los años recientes con Cristina.
Ni De la Sota ni Schiaretti tenían en Buenos Aires un segmento político específico que los representara
Hay amigos, compañeros, gente de confianza pero no es común que exista ese espacio, de manera que en vista de los cambios que va a vivir el país, precisa construir un ala que lo relacione y le permita sostener a través de ella una tarea que va a exigir el Estado a construir.
En ese contexto hay dos gobernadores que tienen llegada, acuerdos y perspectivas con Schiaretti. Uno es Juan Manuel Urtubey, que viene herido por su amistad con el macrismo, el mismo Presidente, y muchas de sus políticas caídas en el desprecio por el voto popular. Además, Urtubey vive una etapa de declive siendo un hombre que gusta sentirse habitué de las “luces del centro” y el glamour de la política, más que de la política misma. El otro es Gustavo Bordet, que ganó con amplitud con un dato cercano a Córdoba. Cristina hizo bajar a la lista kirchnerista de Sergio Urribarri para sumar al peronismo y, en unidad, vencer al macrismo en una elección histórica.
Otro gobernador cercano a Schiaretti es el de Misiones, Hugo Passalacqua, que llegó al gobierno con la alianza Frente Renovador-Frente para la Victoria. Tiene buenos tratos con Alberto Rodríguez Sáa y diálogo con José Luis Gioja, Gildo Insfrán y otros. Macrismo, Lavagna y otros horizontes se esfuman, como que en Argentina todo lo sólido se disuelve en el peronismo.
Lo nuevo es la transformación
El país que conocemos no será el país que va a construirse a partir del próximo 11 de diciembre. El escenario internacional es otro, Cristina reconoce aspectos del camino de Donald Trump y tiene a Kicillof en México y los Estados Unidos, dos centros fundamentales en la mirada política necesaria para despegar del derrumbe de Cambiemos. El escenario del continentalismo es fundamental para afirmar a esa transformación que se huele como al agua del río cuando el viento se mueve. Las provincias son fundamentales por un sinfín de razones, una de ellas es que ese gobierno habrá de comenzar a desmontar la trampa del conurbano para dar otras perspectivas de producción y calidad de vida. Y son ellas las que marcarán la calidad de la unidad que habrá de darse en el peronismo y el kirchnerismo para llevar de inmediato a otros sectores de la sociedad.
La cautela y estilo reflexivo de Schiaretti parecen una respuesta a un tiempo que exige esas cualidades para caminar
Él va a ser un actor destacado de las negociaciones y los acuerdos que definan el armado político de la ex presidenta. Es decir, que los tiempos que llevan al 22 de junio y al 27 de octubre, son esencialmente políticos, políticos en lo profundo, y la capacidad de los mayores líderes del peronismo va a ser la que logre alcanzar lo que reclama el conjunto del pueblo argentino.
Si el New York Times, a la ligera, sostiene que la miseria que sufre la Argentina es la que puede hacer que el país se incline al populismo, se equivoca pero deliberadamente. En Argentina, ni el peronismo ni el kirchnerismo, aún a pesar de cierto interés de algunos progresistas, son populistas sino parte de un movimiento nacional que tiene hoy que ponerse de pie desde lo nacional, hacia lo continental, contando con un apoyo contundente de ese pueblo que no olvida, que conoce su historia y siente cu{al es el camino para dejar definitivamente la opresión, el proyecto financiero usurario de un gobierno que deberá responder a sus votantes además de a la Justicia.
Córdoba dio un ejemplo y un mensaje. Tiene características propias, singulares y diferentes, en su integración al proyecto nacional
Juan Schiaretti representa a la sensibilidad de su pueblo y lo expresó con claridad en su discurso. Reivindicó a los trabajadores, a los empresarios, a quienes desde la actividad rural hacen a su provincia, al rol de la mujer, y destacó su compromiso con los 30 mil desaparecidos y los derechos humanos. No hay mucho más para decir sí, vamos juntos. Y partir.
El Deán Funes le escribía a Bolívar expresándole que “la Constitución federal existente es un modus vivendi y un statu quo entre dos bandos definidos: de un lado todas las Provincias, y de otro lado el puerto de Buenos Aires; ó sea, por una parte, las víctimas, y por otra, -el verdugo.” Salir de ello, cuando no están los mismos adversarios, seamos benevolentes y hagamos un gesto, y la realidad no sea estrictamente lo expresado sino su proyección, exige siempre, mirar al país como un todo. Es posible que Cristina Fernández de Kirchner y Juan Schiaretti estén a días de dar, en ese sentido, una lección pragmática e histórica. Seguramente, es la que espera el pueblo argentino.