
La mamá de Luciano Arruga, Mónica Alegre: “Yo resistía, porque todavía tenía esperanza”
Madre del dolor, Mónica Alegre, expresó la intacta ilusión de encontrar vivo a su hijo Luciano Arruga a pesar de los casi seis años que estuvo desaparecido: “Si bien siempre fui consciente de lo que pasó, a veces, muy en el fondo, tenía prendida esa lucecita de esperanza. Y de tanto en tanto, me preguntaba: ‘¿Si la gente se equivocó? ¿Si lo dejaron tirado y alguien lo ayudó? ¿Si lo dejaron mal y se perdió? ¿Mirá si un día vuelve y yo no estoy?’. Aunque más no fuera una mínima posibilidad, eso me mantuvo de pie, para llegar hasta acá”.
En la revista de cultura villera “La Garganta Poderosa”, Mónica tuvo palabras para recordar cuando el “Negro”, en una de esas charlas que tuvieron, le pidió que cuidara de Vanesa: “Lu solía pedirme que, si alguna vez él no estaba, yo protegiera a su hermana. De hecho, recuerdo un día en particular, en el que esa conversación duró un buen rato, porque él necesitaba desesperadamente que le dijera que sí… Con sus palabras, me dijo todo, pero yo no lo vi”.
Además expresó que en ningún momento tomó en serio la versión del accidente, por la cual le quieren hacer creer que no hubo ninguna desaparición ni tortura antes de la muerte de su hijo: “Luciano odiaba que la gente cruzara mal, pero si realmente lo hizo debía estar huyendo en la desesperación total. Puede ser que además haya sido atropellado, pero siempre voy a seguir manteniendo mi postura porque la Policía tuvo mucho que ver con la muerte de Luciano. Antes lo trataban como el ‘negro villero’ y ahora lo tratan de ‘estúpido’, porque alguna etiqueta tienen que poner para cubrirse de toda la mierda que hicieron. A los grandes medios, yo no les debo nada, porque sólo han aportado a la difamación de mi familia”
Y agregó: “Nunca un funcionario estuvo cerca de nosotros, aunque ahora quieran lavar sus culpas haciendo comunicados. ¿Sabés lo que pasa? Este es el país del gran bonete. Hace 5 años y 8 meses se me perdió un hijo y dicen que la Policía lo tiene: ‘¿Yo, señor? No, señor, lo tiene él’. ‘Usted, intendente, es el culpable’. ‘¿Yo, señor? No, señor, el culpable es aquél’. ‘Señor Jefe de Seguridad, ¿fue usted?’ ‘¿Yo, señor? No, señor, fue el Gobernador’. A Luciano tengo que verlo, porque recién ahí voy a poder decir que es mi hijo. No es muy loco, ni tampoco es morbosidad, pero lo quiero despedir como cualquier ser humano, aunque ya lo haya llorado 6 años y aunque lo vaya a seguir llorando cada minuto de mi vida”.
Recordó cómo fue la situación cuando la hermana de Luciano, Vanesa Orieta, arribó al hospital Santojanni el mismo día en que desapareció su hijo: «‘Buenas tardes, señor, nos mandaron acá para ver si hay algún chico registrado como accidentado en la vía pública, estamos buscando a mi hermano y no lo podemos ubicar’. Entonces, le respondieron: ‘En guardia no hay nada’. Vanesa repreguntó: ‘¿Puedo pasar a ver?’; y le contestaron: ‘No, no puede pasar’. Frente a eso le dieron un dato: ‘El sábado a las 3.30 de la madrugada, hubo un atropellado en General Paz y Emilio Castro’. En ese momento, me puse a llorar. Vanesa me dijo: ‘Tranquila, má, si es él lo encontramos’. Ella les dio la descripción detallada de Luciano, pero el tipo lo negó: ‘El que está ahí no es tu hermano, porque es un NN mayor de edad, de 25 o 30 años, y no es morocho, tiene tez blanca’. Entonces, insistimos para verlo, pero por tercera vez nos dijeron que no. Nos fuimos con la certeza que Luciano no estaba ahí”.
Y ahondó sobre otra anécdota que profundiza el dolor: “Una vez, cuando era chiquito, íbamos por Flores y el sol estaba muy fuerte, pero igual se quedó parado en esas calles donde hay grandes marquesinas antiguas: ‘Mirá cuando mi cara esté acá y la gente se pare a verme, qué orgullo, ¿no?’. Entonces, yo le decía: ‘Vos estudiá y terminá el colegio, que ese va a ser mi mayor orgullo’. Él insistía con que iba a estar en afiches gigantes, que iba a ser famoso, que su cara iba a estar por todos lados y que las chicas se iban a dar vuelta para mirarlo… Así que, como buena madre, yo lo ponía sobre la tierra: ‘Mirá, Luciano, si vos no estudiás, sólo se van a dar vuelta para darte monedas’, le dije un día. Y en vez de enojarse, me chicaneó: ‘Ya vas a ver cuando te paren a vos, para preguntarte si sos Mónica, la mamá de Luciano Arruga, y te den el asiento gracias mí’. Es muy loco, pero ahora eso me pasa en muchos lugares, y no porque sea linda, ni agraciada, ni por tener un cuerpo voluptuoso, sino justamente por eso, por ser la mamá de Luciano Arruga, mi gran orgullo”.





