La memoria que no cesa
Ana María nació en Formosa el 14 de julio de 1952. Su familia la llamaba Any. Sus amigos le decían Enana. Gastón nació el 26 de abril de 1950. Sus amigos le decían “Flaco”. Gastón desapareció el 24 de marzo de 1976. Ana María fue asesinada en San Nicolás el 19 de noviembre de 1976. Nunca más volvieron.
Por Alma Rodríguez
Stella Maris nació el 26 de octubre de 1951 en la ciudad de Rosario. Juan Carlos, el 6 de mayo de 1949. Sus amigos lo llamaban «El Gallego» o «El Chueco». El 5 de febrero de 1977, Stella Maris y su hija fueron secuestradas. Ese mismo día fue secuestrado Juan Carlos en su domicilio de la ciudad de Rosario. Nunca más volvieron.
Mónica nació el 9 de agosto de 1954 en la ciudad de Buenos Aires. Ernesto, el 26 de julio de 1955 en la misma ciudad. Sus compañeros la llamaban «Flaca», Zaina» o «Yoyo» y a él «Piru» o «Pirulo». Nunca más volvieron.
Hernán nació un 13 de diciembre de 1951. Estudiaba Arquitectura en la FADU. Estuvo detenido en la ESMA. Nunca más pudo volver a la facultad. Ni a su casa.
Alfredo estudiaba en la Universidad de la Plata y jugaba en el club de su barrio. Desapareció el 29 de enero de 1978. Nunca más volvió ni a cursar ni a entrenar.
Treinta mil son las historias, treinta mil son los desparecidos: mujeres, hombres, más jóvenes, menos jóvenes, estudiantes, comerciantes, docentes, periodistas, médicos, dentistas, vendedores, deportistas, cajeros de banco, artistas, panaderos, arquitectos, obreros. Personas, no números. Personas con historia, con amores, con problemas, con sueños, con familia, con trabajo, con ideales de lucha por un mundo mejor.
Treinta mil son las historias, treinta mil son los desaparecidos. Personas con historia, con amores, con problemas, con sueños, con familia, con trabajo, con ideales de lucha por un mundo mejor
Cada día los recordamos pero cada 24 de marzo nos reunimos e inundamos las calles para recordarlos juntos, para sostener la memoria, para exigir juicio y castigo, para decir “acá estamos”, por ellos, por sus hijos, por los hijos de sus hijos, por nuestros hijos, los hijos de todos.
Este 24 de marzo, a 43 años del golpe cívico militar, y con un gobierno que abolió todas las políticas de memoria y decidió olvidar por decreto, no será cualquier 24 de marzo. Porque hoy nuestro reclamo es la continuación del sueño de todos ellos, plasmado en la incesante lucha por una patria libre, justa y soberana, sin hambre, sin injusticias, sin persecuciones, sin presos políticos, sin represión, con paz, pan, trabajo, educación para todos y todas los que habitamos este suelo.
Y para recordarles a quienes nos gobiernan que no hay decreto que pueda borrar la memoria, que estamos más vivos y más fortalecidos que nunca, marchando, reclamando, exigiendo por nuestros 30.000 compañeros y compañeras que no son un número. Y estarán presentes. Ahora y siempre. ¡Ahora y siempre!