Julio de Vido, ese preso político
Las rejas se abren deslizándose hacia le derecha, acompañadas por un sonido de motor que parece una señal al corazón para que bombee con mucha más fuerza como si acompañara a ese motor y eso ayudara a abrirlas. Esas rejas encierran a hombres que fueron privados de su libertad por pensar distinto y que sólo son necesarios para el macrismo como figuras secundarias de un montaje que permite contar una historia usada para tapar la verdadera historia sobre la corrupción en la Argentina: la que protagonizan Mauricio Macri y un gran elenco de familiares, amigos y casi la totalidad del gabinete de empresarios-ministros.
Escribe Ignacio Campos
Desde que está en Marcos Paz, Julio de Vido se ha convertido en un “puteador serial”, sin embargo se aprecia que sólo es una de las tantas variantes que ha encontrado para mantenerse fuerte en este proceso que, a lo largo de más de 70 años, les ha tocado vivir a muchos militantes y/o funcionarios peronistas enfrentados a lo que llaman “el poder real”.
El ex ministro fue uno de los protagonistas más sobresalientes durante los doce años del gobierno de Néstor y Cristina; es considerado un pingüino neto, ya que su grado de pertenencia al kirchnerismo se remonta a los años en que Néstor era intendente de la lejana Rio Gallegos y es uno de los tantos motivos por los cuales está revistiendo su condición de “preso político”. Detener a de Vido supone para la oligarquía reinante pegar en la línea de flotación al kirchnerismo puro, aunque la causa y todo lo que ella encierra carezca absolutamente de legitimidad y veracidad. A esta altura, es sabido, nada de lo actuado por los personeros de Macri en la justicia puede ser considerado un procedimiento enmarcado en un verdadero “estado de derecho”.
Detener a de Vido supone para la oligarquía reinante pegar en la línea de flotación al kirchnerismo puro, aunque la causa y todo lo que ella encierra carezca absolutamente de legitimidad y veracidad
Dentro del Movimiento Nacional existe un término que aflora en cada charla de manera casi recurrente y obligatoria: lealtad. Tanto se escribió en torno a ella o en torno a su falta y tanta es la importancia que reviste en determinados procesos políticos, que hoy, en la conciencia general del espacio nacional y popular, Julio de Vido junto a Amado Boudou, Luis D´elía , Fernando Esteche y Milagro Sala, son considerados leales sin ninguna discusión.
Hoy, desde el penal, encontramos a un de Vido distinto al que conociéramos, lejos del trajín de la gestión se ha permitido cultivar la lectura de manera casi metódica, poniendo énfasis en todo lo dejado como legado por el General Perón, y ello es más que evidente en el discurrir de la conversación. “Lean Conducción política” les dispara a unos jóvenes militantes que coincidieron en esta visita y que lo observan y asienten con un grado de admiración y fascinación absoluto.
Julio es firme en cada intervención, conoce lo que ocurre en el mundo del peronismo casi con detalles pese al encierro, pero también demuestra su calidad de gran estratega de la política: planifica o imagina, desde Marcos Paz, cuáles deben ser las medidas más urgentes a tomar en la eventualidad de un retorno al poder en diciembre, así como previene sobre las nefastas consecuencias que deberá pagar el pueblo y su sector político si no se consigue expulsar del poder al macrismo.
Cuando se refiere a la actitud de sus compañeros, no duda en criticar la parsimonia demostrada en el tema “presos políticos”, actitud que ha permitido la naturalización de la existencia de esta práctica antidemocrática, de la cual, merced a esa misma inacción, el macrismo puede continuar abusando como se desprende de los más de treinta casos que suma en la actualidad.
Roberto Feletti y Amado Boudou son, a su decir, los nombres que ante el desolador escenario que promete dejar el macrismo, reúnen la capacidad técnica y política para sortear los primeros tiempos del regreso, poniendo a la Argentina en un sendero de desarrollo industrial y con una economía que permita nuevamente a todo el pueblo volver a vivir dignamente, sin reiterar los errores que, reconoce, se cometieron en el pasado, y refiriéndose aquí al tema fondos buitres y FMI.
Roberto Feletti y Amado Boudou son, a su decir, los nombres que reúnen la capacidad técnica y política para sortear los primeros tiempos del regreso
“El general decía que los compañeros debían mantenerse atentos y vigilantes, pero algunos se mantuvieron más vigilantes que atentos”, expresó en un momento. Este párrafo, que consiguió la carcajada de todos, fue en relación a las reiteradas intervenciones del joven dirigente Juan Grabois, quien no duda en sumarse a la lógica impuesta por los medios hegemónicos para acusar a los presos políticos como los artífices de la corrupción kirchnerista.
Julio de Vido supo ganarse a los más poderosos enemigos contra los que hubo de enfrentarse un luchador del campo nacional y popular: Magnetto y el clan Macri. El primero a fuerza de permitir la aplicación de la Ley de medios de comunicación y los segundos cuando se les quitó la concesión del Correo Argentino.
Finalmente, sin poder evitar imaginar el 10 de diciembre en relación a su condición de preso político, Julio fue -una vez más- muy claro: “La política debiera ser quien entienda en la cuestión presos políticos, puesto que han permitido el avasallamiento de todos los derechos y garantías consagrados en la Constitución Nacional, pero también permite que la justicia adicta emplee distintas varas para proceder y lo vemos en el caso Aída Ayala o el mismísimo intendente de Paraná, Varisco.” Y remató: “En 1973 fuimos los militantes a las cárceles a liberar a nuestros compañeros presos políticos».
Como en otros casos en que me ha tocado visitar a compañeros presos políticos, salí de Marcos Paz con una sensación de profunda tranquilidad, puesto que mas allá de lo terrible que significa el estar privado de la libertad, los militantes políticos del campo nacional y popular dedican su estadía en la cárcel para pensar el futuro y ejercitarse para, así, enfrentarlo, una vez más, con las convicciones intactas.