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En río revuelto, Macri improvisa en BOTE

Alejandro C. Tarruella

Nunca sucede que no hay salida en política, porque si no la hay, resulta que la hay. Es una advertencia para el que mira sin ver. El país ve hoy a Macri tomar los remos en un río de movimientos rápidos y corrientes revulsivas. Pero no conduce, improvisa y se sacude.

Escribe Alejandro C. Tarruella

El peronismo no se mueve por inercia. “No hay salida” es un slogan que solo favorece al camino sin rumbo que promete, ya sin convicción, el hijo de Franco. Hay incertidumbre, por cierto, como una esperanza que se centra en que se acabe el festín del dólar, los Panamá Papers, la fuga de divisas, la destrucción de la industria, la cultura, la salud, la prevención social y que haya justicia social, soberanía efectiva e independencia económica en el país de los argentinos.

Si hasta muchos dirigentes peronistas han dejado de leer y seguir a Perón, no recuerdan que sugería que “la política es política internacional” y promovía la conducción, ese arte algo olvidado. Y pocas veces se observa en los análisis de la realidad argentina que se aluda a la crisis del neoliberalismo, o que algún progre por ahí recuerde que el vicepresidente de Bolivia, García Linera, ha analizado el fin de esta etapa de la globalización.

Macri intenta ahora meter a Caputo (ex Deustche Bank) en el Banco Central, mientras que se anuncian para acompañarlo, por ejemplo, servidores del JP Morgan (de donde vino Sturzenegger). Una pregunta para exigir respuesta puede ser: ¿es afín a Donald Trump semejante mezcla al boleo en el presente estilo Macri? Los bancos, por ejemplo, saben que Trump no va a rescatar a los que se caigan en los EE.UU, cosa que pretenden las corporaciones financieras.

Ellos gritan: “¡A las mesas de dinero!”

Cambiemos se convirtió en un festival de fugas de la realidad. Carrió anunció que rompía y luego avaló el intento de que Caputo (que espera fondos del FMI mientras su fortuna de dudosa procedencia descansa en el exterior) se quede con el Banco Central. Tendrán que cruzar el puente y llegar al Senado. “La designación de Caputo en el BCRA da garantías en el exterior”, afirmó luego de anunciar que rompería con Cambiemos.

Cambiemos se convirtió en un festival de fugas de la realidad. Carrió anunció que rompía y luego avaló el intento de que Caputo se quede con el Banco Central

Caputo, experto en mesas de dinero donde forjó su fortuna, en tanto, amplió las letras del tesoro por u$s 450 millones para alentar aún más el festín de las fugas y la especulación financiera. En el Senado lo aguardan con un cartel invisible que reza: “¡No pasarán!”. Los economistas amigos que aseguraban un dólar de 22 o 24 pesos, fracasaron en masa. Melconián llora, gime y agita fantasmas.

Macri, en tanto, se encerró en su mundo interior. Caputo pertenece a ese mundo. Es su “capo” de mesas de dinero cuya principal razón en la vida consiste en mantener secretos para evitar a la Afip y a la justicia. El problema de los que desde ese lugar van al ejercicio del poder de gobierno, es semejante al de Drácula: la luz los extermina donde los encuentra.

Cambiemos, el mundo es ancho y ajeno

En cuanto al aborto, el tema es, en líneas generales, un contratiempo para Macri. Durán Barba propuso tratarlo en el Congreso con la idea de que iba a un fracaso que embarcaría al kirchnerismo, a las mujeres militantes y sus colectivos, y a todo aquel que se sumara al proyecto. En la última etapa, Marcos Peña, reducido su poder por la incursión del dueto Lagarde-Dujovne, entró en retirada. Su esposa, Luciana Montero, estaba a favor mientras Clarita Braun Cantilo, su mamá (emparentada allá lejos y hace miedo con Patricia Bullrich), es una catequista chupacirios de aquellas.

En cuanto al aborto, el tema es, en líneas generales, un contratiempo para Macri

Sus hermanos son hipercatólicos y uno del Opus Dei. Su revolución de la alegría hace agua. Sucedía ayer que en el Congreso, Fernando Iglesias, esa suerte de Chacho Álvarez revuelto en progremacrista, enfrentaba de hecho a la dislocada Elisa Carrió, que pasó de la capilla al recinto ardiente a bordo del ridículo. Amenazó con partir Cambiemos, fanfarroneó con su triunfo porteño contra el país, y en horas de la tarde, bajó la cabeza y dijo “sí, señor, sí, señor” para apoyar a Caputo. Es decir, que el hecho de habilitar el debate de la legalización de la interrupción de los embarazos no hace sino mostrar un quiebre en las intenciones del Gobierno y, en particular, de Mauricio Macri, casi el único que toma decisiones en su grupo de asistentes de gabinete.

Si esto fuera poco hay una verdad de la realidad que es inapelable. Un gobernante sin moneda no tiene poder concreto en las manos. Y Macri carece hoy prácticamente de moneda. El orden estratégico de la oposición y la política internacional (qué es la política, cabe recordar) son hoy sus alternativas de continuidad, las que le ponen fecha a sus deseos, ya que perdió el poder de iniciativa.

Si para muestra falta un botón: el Senado aprobará la ley pero no ya como contenido temático sino como razón estratégica de carácter político. Macri logró (lo desconoce) que un asunto atravesado por una problemática cultural, histórica y de convivencia, se convirtiera en un tema exclusivamente político que explica la posición en común del peronismo.

El peronismo discute, se diferencia, se divide, pero jamás acepta el rumbo del abismo. Y cuando el movimiento obrero gana la calle y hace de la rebelión democrática una definición política, opamá la discusión (en guaraní opamá es, se acabó). Como con Ubaldini y la Comisión de los 25 en la dictadura, hay que seguir el paso firme de los trabajadores y sus dirigentes que no tiene vuelta atrás. Cuando la columna vertebral se sacude, el país renace y echa a andar.

El peronismo discute, se diferencia, se divide, pero jamás acepta el rumbo del abismo

Se acabó lo que se daba

Hoy, como lo expresaron desde Felipe Solá, pasando por exponentes del kirchnerismo, Guillermo Moreno y otros, quieren que Macri se vaya por elecciones, nunca en lo abrupto. Hoy la pregunta pasa por saber si esto será así. ¿Macri quiere que lo derroten en las urnas o prefiere arrojarse a lo abrupto? Los números personales, las ganancias de esta etapa, basta observar el precio del dólar y el sol de Panamá, le dan facilidades. La política, no se sabe, es una inquietud ardiente que puede consumir la energía de un cuerpo.

Y la Justicia puede dar un giro copernicano (habría que explicarle al Presidente que Copérnico no es un dirigente peronista) y comenzar a sorprender a más de uno. La danza comenzaría con un bailarín inexcusable en estas horas, Federico Sturzenegger. Por lo demás, en gabinete hay gente con causas para rifar, no ya para sortear por su alto número.

El país precisa también un giro, plantarse en el nuevo escenario internacional. No preocuparse tanto por el debilitado FMI, ya que hoy los actores son otros, los interlocutores son muchos más y allí hay posibles aliados con los que asumir una nueva etapa de justicia social, soberanía política e independencia económica. Eso sí, hay que asumir responsabilidades, no crear un nuevo jolgorio de cortesanos que reparten cargos, comisiones, y honores. Hay que evitar a los intermediarios corporativos cuyo lema es: renuncio a la lucha pero jamás a los honores, y le ponen precio.

El país no resiste más ese juego con el que Buenos Aires dibujó el país de sueños de los usureros. Ni resiste el pesimismo crónico y colectivo de los periodistas que en los medios de comunicación, a favor y en contra, creen que lo único que existe es Macri y su festín, que se disuelve en el aire gélido del fin del mundo.

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