El nuevo líder cubano reafirmó la orientación socialista de la Revolución
Por primera vez desde el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, el poder en Cuba no está emparentado con el apellido Castro. Miguel Díaz Canel asumió la presidencia de la isla con palabras de reconocimiento a Fidel y a Raúl.
“Para nosotros está totalmente claro que sólo el Partido Comunista garantiza la unidad de la nación y de su pueblo”, dijo el flamante presidente, de recién cumplidos 57 años.
Una de las secretarias de la Asamblea del Poder Popular lo convocó diciéndole “compañero diputado usted es el nuevo presidente…” Minutos antes se habían leído los resultados de la votación. El ingeniero electrónico que conducirá los destinos de la isla durante los próximos cinco años había sido elegido por 603 de los 604 legisladores presentes.
Ese porcentaje abrumador de votos lo alcanzó cada uno de los candidatos propuestos en el Palacio de las Convenciones. Muchos recogieron unanimidades. Sobre todo los representantes de la vieja generación revolucionaria como el comandante Ramiro Valdés Menéndez. O el primer vicepresidente, Salvador Valdés Mesa, un sindicalista que es observado como fuente de preservación de la continuidad del socialismo.
“No estamos inaugurando una legislatura más”, dijo Díaz Canel en la apertura de su discurso de poco menos que media hora. Y enseguida les dedicó palabras de reconocimiento a los líderes que, como Raúl Castro, bajaron del Granma y acabaron con el régimen de Fulgencio Batista hace casi 60 años.
“Cuba espera de nosotros que seamos como ellos, capaces de librar victoriosamente todos los combates que nos esperan. La presencia de Raúl, Machado, Ramiro, Guillermo y otros revolucionarios, nos da la posibilidad de abrazarlos y abrazar la historia viva.”
Castro había subido al escenario primero, convocado por el presidente de la Asamblea, Esteban Lazo Hernández. “Cuente con nosotros siempre”, le dijo la vice Ana María Mari Machado anticipando la despedida. El saliente presidente del Consejo de Estado clausuró la Asamblea después del discurso de Díaz Canel.
Con un tono pausado reafirmó la orientación socialista de la Revolución y repasó sus logros y dificultades. “No tenemos que recibir lecciones de nadie y mucho menos de Estados Unidos”, señaló. Y aludió a Donald Trump sin nombrarlo como “el vecino que tenemos…”.
