Un escenario shock de violencia para el despojo
Rodríguez Larreta y Monzó lo sabían. Escribe Alejandro C. Tarruella
La violencia oficial
En C5N Adrián Salonia explicó pasadas de las 18 horas que los grupos violentos que se movían en las calles sin ser molestados por la policía de Rodríguez Larreta y la Federal, no tenían nada que ver con organizaciones sociales, partidos políticos, incluso los de la izquierda. Algo extraño sucedía en Buenos Aires. Tal vez, alguien armó el festival de violencia que se inició sobre el medio día de ayer y llegada la noche del lunes continuaba. Los grupos organizados, que actuaban centralizados, con maniobras coordinadas, y contaban con recursos, personas, la seguridad de que no iban a ser detenidos porque los detenidos en la cacería que se realizó en zonas aledañas al Congreso de la Nación. Se podría recordar a los días de la dictadura y las falsas acciones del peronismo y la izquierda, como los crímenes transformados en “enfrentamientos”. Caminar las horas de la expresión del pueblo, fue maravilloso ayer, y una tragedia ser protagonista de la represión sin ley.
En “El ocaso de los dioses”, la histórica película de Luchino Visconti, hay una escena del ataque durante la destrucción de las SA de Ernest Röhm, donde el ejército actúa sin identificaciones, ni legalidad. En Buenos Aires, la policía de Rodríguez Larreta actuaba en general sin identificar a sus miembros. No hay chapa, nombre que, según protocolos internacionales, deben utilizar los gobiernos bajo regímenes de Estado de Derecho. Las detenciones las hacían personal civil con chaquetas con inscripciones de la policía pero sin identificación. También como en la dictadura. Y eso es grave.
Las organizaciones políticas, gremiales y sociales, se fueron y varias horas después seguían realizando actos violentos sin control, como si estuvieran autorizados. Nadie se identificaba salvo las organizaciones referidas, con sus banderas, sus líderes ampliamente conocidos. Los violentos liberados destruían negocios, las veredas, mármoles históricos de algunos edificios, hay quienes dicen que llevaban herramientas para generar las piedras, y luego atacaron durante horas sin ser prácticamente molestados por la fuerzas de seguridad. La marcha pacífica en tanto, era mayor que la de jueves 14.
La escena era el marco exterior de lo que sucedía en la Cámara de Diputados. Mientras el oficialismo procuraba concretar el despojo a millones de jubilados de acuerdo a lo ordenado por el FMI a Macri, debían proteger la fiesta de las Lebacs de Sturzennegger, los endeudamientos record de Caputo y Quintana, los amigos del presidente, el titular de la Cámara de Diputados ensayaba la victimización. Sin embargo, así como en la mañana Rodríguez Larreta, el precandidato a presidente que debe enfrentar al presidente, bravuconeaba señalando que como no actuaba la Gendarmería, se iba a ver ahora quienes iban a ser los violentos, El titular de Diputados, Emilio Monzó, como si supiera que la escena exterior “era propia”, anunciaba que en media hora la Plaza de Congreso iba a ser despejada para eliminar las preocupaciones de la oposición respecto de la represión que podía generarse. Hay dos cosas evidentes en todo esto, tanto el intendente jefe de gobierno como el titular de Diputados, parecían saber más de lo que insinuaban por sucedió en cierto modo lo que anticiparon.
El gobierno precisaba mostrar que la oposición es violenta y pudo haber ordenado caminar hacia los hechos que se registraron. Chiche Gelblung en “Crónica TV”, dijo expresamente que las escenas de la violencia parecían montadas. Llegadas las 19, los duran barbas de la configuración mediática, lograban que la violencia volviera en grado sumo a ocupar las pantallas para echar al olvido el despojo a millones de jubilados argentinos. Un show manejado por algún psicópata de estado, que culmina con una cacería humana que hace detenciones al boleo y acusa según el ánimo del Bonadío de turno.
De pronto, se vio a la policía atacaba a balazos a un comercio donde eran alcanzados varias personas que se encontraban comprando en la calle Carlos Pellegrini. Como decía el general Saint Jean, no iban a quedar en pie ni los indiferentes ni los tímidos. Policías no identificados en motos creaban las escenas de violencia que luego endosarían a la oposición y no detendrían, como en la marcha por Santiago Maldonado, a ningún violento sino a personas pacíficas e incluso a quienes no participaron en la misma.
En Buenos Aires, cabe reconocer ahora, se aplicó el principio de “la estrategia de división constante del pueblo”, cosa que en Chile hizo que parte de la izquierda no fuera a votar castigando con un gobierno de derecho a sus propios dirigentes. Para Cambiemos, es posible que el pueblo sea parte de un laboratorio de la manipulación genético política que sostiene el poder con escasos principios. Hoy dejaron entrever que es mirada no es un delirio.
Aquí parece que la doctrina del shock, como la describe Naomi Klein, y sus vueltas de tuerca, se aplican en el camino de diluir el Estado de Derecho, y en ese sentido, la represión que actúa sin identificar a sus agentes, y que deja que esos servidores públicos sean agredidos para armar una escena sin cuidar su humanidad, parece tener ese fin cuando avanzan hacia el fin de la conquista social de las jubilaciones para entregar el país, y enriquecer a sus responsables. Está en manos del pueblo, sus organizaciones, su mirada historia y su capacidad para elaborar un proyecto político de transformación, dar vuelta la tortilla, como dicen en España.