
Animales carroñeros
Por lic Alma Rodríguez, Docente de Semiología de la UBA, Miembro del Colectivo LIJ.
En zoología, un animal carroñero es aquel que consume cadáveres de animales sin haber participado en su caza. Un animal carroñero también es conocido como “necrófago” porque, si bien no ha participado en el momento de la caza, suele pelearse con otros de su especie o especies competidoras por el control de las carroñas, que son su alimento. ¿Cómo es su proceder? Generalmente, tras la detección de un cadáver, van llegando en cuestión de minutos o segundos pues han detectado con anticipación el movimiento de los primeros hacia ese punto. Se congregan de a decenas y se disputan los mejores bocados entre graznidos y picotazos. De esta manera, los cuerpos son desintegrados en cuestión de horas y siempre -esto es llamativo y admirable dentro del orden de la naturaleza- tratando de mantener las jerarquías en lo relativo al acceso al alimento.
Los carroñeros forman parte de la cadena de alimentación, actúan de manera corporativa, se creen necesarios y sostienen todo un sistema.
De la misma manera, y es muy clara la analogía, con igual proceder, actúan los medios hegemónicos de comunicación en Argentina. Si bien viene siendo así desde hace un tiempo, se evidenció de manera más obscena durante el transcurrir de estas últimas semanas manifestado, sobre todo, en la forma en que se dieron a conocer las noticias en torno a las detenciones y persecuciones políticas que vienen siendo ordenadas en estos días por el juez Claudio Bonadío.
Detengámonos un poco a pensar en cómo se lleva a cabo la “cadena de alimentación de significados” dentro de la construcción del espectáculo de la noticia, ya que surgen innumerables aspectos a tener en cuenta dentro del proceso de “carroñez informativa”. En Construir el acontecimiento, el sumamente transitado libro de Eliseo Verón, el autor intenta dar cuenta de las complejas operaciones que participan en el proceso de industrialización de la noticia desde la adquisición de la materia prima pasando por los diferentes momentos que van desde el montaje, el control de calidad y los ajustes finales hasta llegar al producto terminado.
Bien sabemos que ni aunque quisiéramos, o lo intentáramos, podríamos llegar a conocer la realidad absoluta por medio de la experiencia presencial directa: con suerte llegamos a acceder sólo a una parte deseable de ella. Como la manera que tenemos de conocer la realidad es mediante los innumerables discursos que la cuentan o la muestran, la lucha por ver qué discurso se impone como única versión es cruel y es mucha. “En el funcionamiento de una sociedad, nada es ajeno al sentido: el sentido está en todas partes; lo ideológico, el poder también. En otras palabras, todo fenómeno social es susceptible de ser “leído” en relación con lo ideológico y en relación con el poder. (…) Cuando leemos el diario, desentrañamos lo simbólico en el texto, interpretamos los íconos de la actualidad en las imágenes; y la puesta en página y las variaciones tipográficas definen el contacto.” dice Verón en otro de sus libros, La semiosis social.
De la misma manera que cuando leemos literatura participamos del llamado “pacto ficcional” por el cual entendemos que eso que se narra es producto de la invención del escritor y no es verdad, cada vez que leemos una noticia en un diario o vemos un noticiero, participamos de ese “pacto de fidelidad” a partir del cual confiamos en que eso que se nos dice ocurrió realmente. Ahora bien, ¿qué pasa cuando ese pacto de fidelidad es distorsionado y nos encontramos con que ese diario o ese noticiero se vuelve tan macabro como un juego de espejos distorsionantes en el cual hay un reflejo, sí, pero es un reflejo alterado, alteradísimo, de los hechos de la realidad? Esto sólo para empezar a considerar una mínima parte de todo lo que ocurre actualmente en Argentina en relación a la concentración de medios de comunicación en manos del oficialismo y el poder, en relación a la transmisión alterada de las noticias y a los ya conocidos públicamente casos de censura, amedrentamiento y restricción de voces disidentes al gobierno de Mauricio Macri.
De esta manera, los medios de comunicación hegemónicos vienen siendo el medio más funcional y efectivo para la construcción de la opinión pública y, sin dudas, el procedimiento con el que actúan es similar al de los animales de carroña: sin participar de forma directa de la caza, detectan con anticipación el movimiento y se alimentan de los restos de cadáver.
No hace falta ser un experto en Comunicación para advertir la manera obscena en que se realiza la puesta en discurso de los titulares que luego conforman las tapas de Clarín o La Nación en relación a los hechos que impactaron durante estas últimas semanas a la opinión pública: la mención de las detenciones de De Vido, Boudou, Zannini y D´Elía mostrados como “trofeos de caza” por medio de fotos y filmaciones repetidas hasta el infinito, el infundado pedido de prisión preventiva y desafueros para Cristina Kirchner presentados como un hecho consumado (y en la misma línea y en relación a hechos de máxima gravedad que involucran el accionar represivo del estado, la despersonalización, la demonización de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, quienes aparecen mencionados como “artesano” o “mapuche muerto en el sur” y no como víctimas de la represión a cargo de las fuerzas de seguridad) son claras maneras del proceder de la carroña periodística con la que se construyen las noticias que luego circulan y a partir de las cuales se formará la opinión pública.
Desde los términos elegidos para presentar los titulares hasta la selección de la foto que acompañará la información en su montaje final, todo está pensado y planificado para el regodeo de quienes hacen de la realidad del acontecimiento un espectáculo de la noticia, un festival del odio y la revancha. Esto permite a muchos el goce por partida doble: en un primer momento, gozar de la “caza” y en un segundo momento, disfrutar de la carroña discursiva transformada en relato del acontecimiento..
De esta manera, los medios hegemónicos cuentan con un enorme poder cada vez más concentrado por el cual ya lograron acallar todas las voces disidentes e imponer su espectacularidad hecha en base a lo que rescatan de lo que otros cazan, borrando toda dimensión polémica, arrojando corporativamente sus propias verdades, disfrutando del tan esperado “trofeo”.
Por debajo de ese asfixiante poder de amordazamiento, están las redes junto con los medios alternativos de comunicación como un sustento de miles de voces y espacios que hacen posible otra forma de circulación de la información, otros modos de presentar los hechos de la realidad, otra construcción del acontecimiento.
Hay un cuento de Rodolfo Walsh titulado Nota al pie. Para quien no lo conoce, en ese cuento Walsh invierte magistralmente la función tradicional del cuerpo del texto (texto primario) así como la de las notas al pie que aparecen en él (texto secundario). Lo más común es que las notas al pie funcionen como un texto marginal, desde la periferia, con escasas probabilidades de proliferación en su lectura. En el cuento de Walsh, sin embargo, los hechos que conforman el cuerpo principal del relato van perdiendo importancia y esa relevancia la van ganando esas notas marginales, al parecer insignificantes hasta, que, finalmente, es lo único que importa de toda la historia y es lo que mantiene en vilo al lector hasta el final. Frente a la carroña informativa hegemónica, los espacios alternativos de transmisión de información son como esas voces que emergen desde la nota al pie y desde los márgenes para imponerse sobre el relato dominante.





