Oscar Cuartango: Como en el ’45 hay síntesis nacional y popular y es Unidad Ciudadana
El pasado martes17 de octubre se conmemoró El Día de la Lealtad, en homenaje a la gesta popular que ese día del año 1945 rescató a Juan Perón del ostracismo en el cual pretendía sumergirlo el establishment, generó las condiciones para que se candidateara a la presidencia de la Nación, ganara las elecciones el 24 de febrero de 1946 y asumiera la primera magistratura el 4 de junio del mismo año.
Evocando la gesta del 17 de octubre de 1945, reconocemos que Juan Domingo Perón fue el primero en institucionalizar la cuestión laboral y social en nuestro país. Para comprender este hecho crucial en la historia de la Argentina se torna necesario recordar que hasta el advenimiento de Perón a la escena política, las distintas vertientes sindicales respondían a ideologías anarquistas o marxistas fuertemente influenciadas por la inmigración europea.
Dicho posicionamiento ideológico, implicó el rechazó del proyecto de Ley Nacional del Trabajo impulsado por Joaquín V. González, ya que su ideario anarquista le impedía aceptar cualquier reforma o proyecto legislativo emanado del Estado, aún cuando el mismo fuera beneficioso para los trabajadores.
Pasarían casi 40 años hasta que un visionario Coronel del ejército argentino, solicitara hacerse cargo de la, hasta ese entonces, poco conocida Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo, para elevarla al rango de Secretaría de Trabajo y Previsión Social y desde esa área de gobierno comenzar a elaborar el proyecto político más trascendente de todo el devenir histórico de nuestra patria. Para ello Juan Domingo Perón implementó una alianza estratégica con importantes sectores sindicales y creó un movimiento nacional y popular policlasista, con un fuerte énfasis en el accionar estatal para articular los conflictos entre el capital y el trabajo.
En ese aspecto, compartimos la definición de ese gran pensador platense que fue John Wiliam Cooke quien sostuvo que: “el peronismo fue el más alto nivel de conciencia al que llegó la clase trabajadora argentina” (Cooke, John Wiliam. (1967) “La Revolución y El Peronismo” en La Lucha por la Liberación Nacional)
En sentido coincidente es oportuno recordar a un sindicalista y Gobernador electo de la provincia de Buenos Aires ya fallecido, Andrés Framini, quién relató que siempre había sido obrero, no tenía vacaciones, trabajaba más de 10 horas y el patrón o capataz le pagaba lo que quería y cuando quería. Entonces había asumido que su papel en la sociedad era ser obrero. Hasta que, “llegó Perón y me dijo: usted no es un obrero, es un obrero explotado” y aprendió a ejercer sus derechos, así como ocurrió con él, Perón creó nuevos modos de conciencia política en miles de argentinos.
La importancia del movimiento fundado por Juan Perón, se grafica teniendo presente que fue contemporáneo de dirigentes de la talla de Roosvelt, De Gaulle, Churchill, Stalin, entre otros, pero existe con ellos una gran diferencia: ninguno dejó tras su desaparición física un movimiento político con la vigencia y el poder de gobierno del peronismo.
El cambio de paradigma se concretó a partir del 4 de junio de 1943 hasta el 17 de octubre de 1945, se institucionalizó electoralmente el 24 de febrero de 1946 con la consagración de la formula Perón Quijano, para presidir los destinos del país y se mantuvo el cambio y la institucionalidad hasta el 16 de setiembre de 1955, fecha en que la mal autodenominada “Revolución Libertadora”, le puso fin, dando comienzo a un período de represión, proscripción y persecución a la clase trabajadora, a los sectores populares y a sus dirigentes.
Asumiendo que la única verdad es la realidad, para salir de ese esquema perverso, es necesario votar a los candidatos de Unidad Ciudadana, y superado el evento electoral, militar por la unidad del peronismo y la conformación de un frente nacional con miras a recuperar el gobierno en el 2019
Desde esa fecha el Partido Peronista, su líder, Juan Perón y dirigentes del sector, estuvieron proscriptos, salvo el breve interregno de 1973 al 24 de marzo de 1976 en que Perón regresa a su patria, es consagrado Presidente por tercera vez y fallece ejerciendo esa presidencia, a partir del 24 de marzo, esa irregularidad institucional que sumió a nuestro país en la más salvaje y desalmada represión de nuestra historia, se mantuvo hasta el 10 de diciembre de 1983 en que Raúl Alfonsín asume la Presidencia de la Nación, dando así comienzo a un período de continuidad institucional que llega hasta nuestros días.
Este año, arribamos al 17 de octubre en un escenario agorero para los asalariados y demás sectores populares.
Por primera vez desde la sanción de la Ley Saenz Peña, llegó al poder legitimado por el voto popular, un gobierno que adscribe al liberalismo económico, abre la entrada de productos importados y deja librada la suerte de la producción y el empleo a los avatares del mercado, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, el crecimiento de la desocupación, la pobreza y la pérdida del poder adquisitivo de los sectores populares.
Conmemoramos El Día de la Lealtad en vísperas de un evento electoral el próximo domingo 22 del corriente, en medio de un círculo vicioso en el cual, la pérdida de puestos de trabajo y la reducción del poder adquisitivo de los salarios reducen la actividad económica y el consumo interno y ello produce efectos recesivos que generan la pérdida de más puestos de trabajo y de profundización de la recesión, a ello hay que agregar la amenaza de posturas flexibilizadoras en materia laboral que no implican otra cosa que pérdida de derechos para los trabajadores.
Asumiendo que la única verdad es la realidad, para salir de ese esquema perverso, es necesario votar a los candidatos de Unidad Ciudadana, y superado el evento electoral, militar por la unidad del peronismo y la conformación de un frente nacional con miras a recuperar el gobierno en el 2019.
Para ello el peronismo tiene que recuperar su capacidad de síntesis de las ideas políticas nacionales y populares de los radicales de Yrigoyen, Larralde y Alfonsin, las socialistas de Palacios y Juan B. Justo, las demócrata progresistas de De La Torre y Luciano Molina, las desarrollistas de Frondizi, las socialprogresistas del Frente Grande y de los movimientos de la economía social y convocar a las fuerzas políticas y de la producción y el trabajo a integrar un frente que recupere el gobierno y encamine al país en la senda del crecimiento con desarrollo y equidad, haciendo un país viable para todos y erradicando definitivamente la pobreza.