Sociedad

Regresó la dotación de la Base Marambio tras un año de misión en la Antártida

 

 

Los 37 efectivos que conformaron la delegación arribaron ayer, poco después de las 10, a bordo de un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina al sector militar del Aeroparque Jorge Newbery, donde numerosos familiares y amigos los esperaban ansiosos bajo un sol intenso que desde muy temprano levantó temperatura en el cemento de la pista.

Vestidos con sus uniformes de campaña, los efectivos al mando del vicecomodoro Gabriel Fernando Maldonado fueron recibidos por el Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, Brigadier Mayor (VGM) Mario Miguel Callejo quien estaba acompañado por altos mandos de la institución y autoridades civiles y militares.

Callejo aseguró que “la institución valora el esfuerzo individual y es consciente del compromiso que han asumido y que les permitió alcanzar los objetivos fijados para esta campaña”.

Destacó “el trabajo en equipo que permitió mantener operativa a la Base Marambio y la capacidad de vuelo del material aéreo” que opera en la Antártida, al tiempo que puso de manifiesto “el profesionalismo para cumplir con los objetivos asignados”.

Particularmente, puso en relieve la tarea realizada en el “acondicionamiento de las instalaciones para el resguardo de los helicópteros MI-171 que por entonces cumplían su primera misión, lo cual implicó entre otras obras la modificación de la rampa de ingreso al hangar”.

Recalcó, finalmente, “la gesta épica de este grupo de argentinos que han contribuido a mantener con su inquebrantable vocación de servicio nuestra presencia en el continente blanco, permitiendo que la Argentina continúe demostrando a la comunidad internacional que es un país con profunda vocación antártica, como su legendaria historia lo confirma”.

Por su parte, el jefe de la delegación, el vicecomodoro Maldonado, puntualizó que “fue una campaña exitosa» y recalcó que estuvo al frente «de un gran grupo humano que desarrolló sus actividades de la mejor manera durante un año que se torna muy difícil, porque estar lejos de los afectos es algo que se siente mucho”.

Maldonado, oriundo de Neuquén, adonde espera regresar hoy mismo para reencontrarse con sus hijos, explicó que “las tareas previstas se desarrollaron con total éxito” y resaltó el trabajo hecho «para las operaciones de los helicópteros MI-171 porque nunca habían operado allí».

“Se hicieron muchas pruebas, fue una tarea ardua, pero finalmente se pudo concretar con éxito lo que nos pone muy orgullosos y nos llena de satisfacción”, expresó el vicecomodoro.

Para la cabo principal Mariana Domínguez, que vive en la ciudad chaqueña de Resistencia, fue una campaña “inolvidable».

«Fue mi primera vez y ojalá que pueda volver. Si bien es un sacrificio muy grande porque soy madre y tuve que dejar a mi hijo, es una enorme experiencia que nunca voy a olvidar”, añadió.

“Estuve como controladora de vuelos y adquirí una experiencia invalorable, por eso ansío poder volver en algún momento”, concluyó.

Marcelo Scarfo es personal civil y su tarea fue proveer logística: “Realizamos tareas de electricidad en la base y realmente fue una experiencia increíble. Éramos cuatro civiles y la verdad que la convivencia fue increíble».

Estoicamente -dado el calor porteño- los efectivos soportaron la ceremonia de recepción enfundados en sus trajes acordes al hielo antártico y luego se estrecharon en abrazos con sus familiares. Algunos de ellos los esperaban con valijas y dispuestos a partir cuanto antes a sus lugares de origen, otros con domicilios más cercanos alargaban la despedida con sus compañeros.

La Dotación XLV participó con éxito de la Campaña Antártica de Verano, realizada mediante 41 vuelos de Hércules C-130 que partieron desde el continente para que una gran cantidad de materiales, víveres y medicamentos se distribuyeran con aviones Twin Otter, helicópteros MI 17 O Bell 212 hacia los campamentos científicos que se encuentran en el área de cobertura de la Base.

Asimismo, los integrantes de la dotación mantuvieron a lo largo de todo el año el apoyo que la Base Marambio brinda a las actividades de investigación científica que realizan instituciones nacionales o extranjeras.

En agosto de 1969, un grupo integrado por 21 hombres de la Fuerza Aérea se instaló en la Antártida, para construir allí un lugar apto para el aterrizaje de aviones de gran porte y el 29 de octubre de aquel año, luego de mucho esfuerzo, utilizando elementos precarios y trabajando en condiciones extremas, dejaron inaugurada la pista que da vida a la “Base Aérea Marambio”.

La Base Aérea está ubicada en la isla homónima del Sector Antártico Argentino, con una extensión de 18 kilómetros de longitud por 8 kilómetros de ancho, sobre el mar de Weddell en los 64º 14’ de latitud sur y 56º de longitud oeste.

Localizada sobre una meseta a 200 metros sobre el nivel del mar, posee una pista de aterrizaje que permite la operación de aviones durante todo el año.

Desde aquella fecha, la Fuerza Aérea Argentina -por disposición del Ministerio de Defensa- mantiene un servicio aéreo único y permanente que une el territorio continental para el traslado de personal y el apoyo logístico de la base, constituyéndose en la puerta de entrada del continente blanco. (Telam)

 

 

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