El mundo conmemora el 1º de Mayo en un escenario amenazante
A 130 años de las jornadas de lucha de Chicago, los trabajadores enfrentan un contexto cambiante, que les impone nuevos desafíos. Duras advertencias de la OIT a los gobiernos y a los mercados financieros.
Escribe Claudio Siniscalco, especial para Infobaires24
El mundo celebra una vez más el Día Internacional del Trabajador, establecido en homenaje a los mártires de Chicago, sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos por su participación en la lucha por una jornada laboral de ocho horas, que tuvo su origen en la huelga iniciada el 1º de mayo de 1886.
El presidente norteamericano Andrew Johnson ya había promulgado una ley que establecía la jornada de ocho horas, ya que la American Federation of Labor venía advirtiendo desde 1884 que irían a la huelga si para el 1º de mayo de 1886 no se aplicaba la reducción de la jornada laboral. Pero el no acatamiento de la ley por parte del sector patronal obligó a los trabajadores a pasar a la acción directa.
Desde fines del siglo XIX comenzó a celebrarse el Día Internacional del Trabajador en muchos países del mundo. Curiosamente o no, el 1º de Mayo es un día como cualquiera en Estados Unidos (al igual que en otras naciones de colonización británica), donde se celebra el Labor Day el primer lunes de septiembre. Se propuso y se sostuvo esa fecha por temor a que la conmemoración en mayo reforzara las posiciones del socialismo y del anarquismo.
Pasaron ciento treinta años desde aquellos días de Chicago y la jornada de trabajo de ocho horas sigue siendo una utopía para millones de trabajadores. En un contexto internacional dominado por el empleo de baja calidad y amenazado por el desempleo, la mayor parte de los trabajadores soporta condiciones desfavorables de diferente naturaleza: jornadas laborales de 10, 12 ó más horas por día; desocupación; salarios insuficientes; ausencia de cobertura médica y previsional; maltrato; falta de las mínimas comodidades en el lugar de trabajo, entre otras. Sólo una minoría está satisfecha, aquella que cuenta con empleos registrados, salarios medios o altos y todos los beneficios que contemplan las leyes.
Informe de la OIT
Según el informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2016”, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las elevadas tasas de desempleo que siguen registrándose a nivel mundial y la persistencia del empleo vulnerable en muchas economías emergentes y en desarrollo siguen afectando el mundo del trabajo.
En un resumen de ese informe, la OIT señala: “El dato final del desempleo para 2015 se calcula en 197,1 millones de personas y en 2016 está previsto que aumente en alrededor de 2,3 millones para situarse en 199,4 millones. Es probable que otros 1,1 millones de desempleados se agreguen a la cifra en 2017”.
El director general del organismo, Guy Ryder, señaló que “la significativa desaceleración de las economías emergentes junto a una drástica disminución de los precios de las materias primas tiene un efecto negativo sobre el mundo del trabajo”.
“Muchos trabajadores y trabajadoras tienen que aceptar empleos mal remunerados, tanto en las economías emergentes como en las en desarrollo y, cada vez más, en los países desarrollados”.
Y ante ese panorama, lanzó una advertencia: “Es necesario emprender una acción urgente para estimular las oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen las tensiones sociales”.
Economías emergentes, las más afectadas
Las perspectivas de empleo –continúa el informe- se han deteriorado en las economías emergentes y en desarrollo, en particular en Brasil, China y en los países productores de petróleo.
“La inestabilidad del contexto económico asociada con la volatilidad de los flujos de capital, la persistente disfunción de los mercados financieros y la insuficiente demanda mundial, siguen afectando a las empresas y desincentivan las inversiones y la creación de empleo”, explicó Raymond Torres, Director del Departamento de Investigación de la OIT.
“Asimismo, los responsables de la toma de decisiones deben concentrarse más en fortalecer las políticas de empleo y enfrentar las desigualdades excesivas. Existen muchas evidencias de que las políticas sociales y del mercado laboral bien formuladas son esenciales para impulsar el crecimiento económico y abordar la crisis del empleo”, precisó Torres.
Los autores del informe documentan además el hecho de que la calidad del empleo sigue siendo un gran desafío. Si bien se ha registrado una disminución en las tasas de pobreza, la tasa de descenso del número de trabajadores pobres en las economías en desarrollo se ha ralentizado y el empleo vulnerable aún representa más de 46 por ciento del total del empleo a nivel mundial, afectando alrededor de 1.500 millones de personas.
“La falta de empleos decentes hace que las personas recurran al empleo informal, que por lo general se caracteriza por baja productividad, bajos salarios y ninguna protección social. Esto debe cambiar”, concluyó Ryder.
En la Argentina, los trabajadores asisten a uno de los mayores procesos de transferencia de ingresos de nuestra historia en favor de los sectores concentrados de la economía, lo que provocó un incremento alarmante de la pobreza en menos de cinco meses de la actual gestión, y el consecuente aumento de la riqueza de la minoría para la que gobierna.
A la administración del presidente Macri le cabe mejor que a nadie la advertencia lanzada por la OIT: “Es necesario emprender una acción urgente para estimular las oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen las tensiones sociales”.
