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Un encuentro con el Brigadier General Juan Manuel de Rosas

Escribe Alejandro C. Tarruella especial para Infobaires24

 

 

   La historia suele reservar emociones a las generaciones que la observan como una huella de su misma existencia. Hace unos años, por decisión de la entonces presidenta de la Nación, se recuperó la memoria histórica de la batalla de Vuelta de Obligado, que sucedió el 20 de noviembre de 1845. Se construyó un nuevo espacio a orillas del Paraná, se construyó un nuevo espacio para la memoria y se inauguró un monumento realizado por el artista Rogelio Polesello.

  En estos días, a 170 años del hecho el 23 de octubre de 2015, cuando realizaban labores de reconocimiento y filmación en el fondo del río Paraná con destino al Museo Paleontológico de San Pedro, los especialistas José Luis Aguilar, Felipe Aguilar (hijo de José Luis), Marcelo Duca y Javier Saucedo observaron con su equipo de sonar “la silueta de un elemento delgado y recto (un mástil) que se alzaba en el fondo del río, en cuya base se podía apreciar una estructura rectangular aflorando en el lecho”. Así lo graficaron y con la colaboración de la Armada Argentina para confirmar el hallazgo, el 10 de diciembre, el buque multipropósito ARA «Ciudad de Rosario» fondeó en Obligado para constatar visualmente el hecho. Así, un grupo de personas que filmaba un documental dio con un buque que había participado en el histórico combate ocurrido durante la gobernación del brigadier general, Juan Manuel de Rosas.

   Javier Saucedo testimonió que «cuando vimos la primera imagen enseguida dedujimos que era algún elemento de la batalla» y Aguilar completó señalando que enseguida «visualizamos que el elemento delgado era un mástil con su punta a unos 8,50 metros de la superficie y su base a unos 18,5 metros de profundidad». Históricamente, no había registros que situaran en la zona naufragios que no fueran específicos de la batalla de Vuelta de Obligado. Nunca en años posteriores, como si la posteridad hiciera un homenaje silencioso a los caídos en aquella epopeya argentina, hubo encuentros de ningún tipo en esas aguas de la localidad de San Pedro. Analizados los elementos que extrajeron los profesionales, expertos del Museo Paleontológico definieron que encontraban ante un único buque con un mástil de esas características, que se había hundido en el combate de Obligado. Rastreando la historia concluyeron: era el Republicano. Las características del objeto hallado, el sonar, dejó ver que el mástil forma parte de una sección de unos 11 metros de casco que asoma sobre los sedimentos. Dijeron entonces los descubridores, que efectuaban un rastrillaje, que se trataba de “una escala que coincide con un casco total de 20 metros como el que tenía el Republicano”.

Javier Saucedo testimonió que cuando vimos la primera imagen enseguida dedujimos que era algún elemento de la batalla

   En diciembre la Armada Argentina confirmó las presunciones, y lo dieron a conocer las autoridades del Museo acompañadas de funcionarios de la Armada, Ministerio de Defensa, el Senado provincial y el intendente de San Pedro. El ministro de Defensa, Julio Martínez, dio cuenta de la trascendencia del hallazgo al señalar que «Se trata de un descubrimiento sin precedentes en la provincia de Buenos Aires y de un gran valor histórico. Haber podido encontrar piezas de tanto valor, que son parte fundamental de nuestra historia, de un enfrentamiento por nuestra soberanía nacional, no hace más que llenarme de orgullo». Martínez estuvo presente en la Municipalidad de San Pedro cuando se presentó públicamente el hecho.

   Se reveló en la investigación que “Si se observan las cartas náuticas de la zona, se puede ver que el punto de hallazgo se corresponde con el sector donde operó el Republicano –reseñó José Luis Aguilar, reconocido como fundador del Museo de San Pedro–. El hecho de que hoy se encuentre en el medio del río obedece a que, en estos 170 años, la costa frente a Obligado perdió más de 200 metros tierra adentro. Al momento de ser hundido por su capitán, el Republicano estaba anclado a una distancia de entre 50 y 80 metros de la costa de 1845”. Los expertos sabían previamente, que aproximadamente medio barco no quedó oculto por la rica sedimentación del río. Aguilar agregó entonces: “Esto puede obedecer a que la explosión inducida por Tomás Craig (capitán que se mantuvo leal a Rosas) infligió mayor daño desde la mitad del buque hacia proa, mientras que la zona de popa se mantuvo entera. Al caer al fondo, el buque queda con su mitad anterior desarmada y aplastada, que luego será sedimentada con el pasar de los años, pero su mitad posterior, al mantener su altura, escapó del limo y todavía yace a la vista del sonar”.

Se reveló en la investigación que: Si se observan las cartas náuticas de la zona, se puede ver que el punto de hallazgo se corresponde con el sector donde operó el Republicano

   Según concluyeron los expertos, en todos estos años el Republicano no se movió porque estaba doblemente anclado para poder apuntar al enemigo y soportar la corriente del río sin moverse. De ese modo, se hundió en el mismo lugar donde ocurrió el enfrentamiento. El informe de los autores del hallazgo describe que el buque está sumergido en el fondo del Paraná “inclinado hacia proa y notablemente escorado hacia estribor”. Posteriores imágenes emitidas por el sonar «revelaron que la base rectangular del mástil era la sección de popa de un casco de navío semienterrado que podía tener una longitud de unos 11 metros». El comandante del área naval fluvial de la Armada, Germán Cibeira, destacó que «las evidencias son más que elocuentes, el Republicano fue un buque que perteneció a la Comandancia de Marina de aquella época y estuvo en la defensa en ese combate histórico, por lo que lo primordial para nosotros es rescatar ese patrimonio».

   Es de esperar ahora, que no aparezca algún trasnochado funcionario y pretenda privatizar el sitio de la Memoria y vender a Inglaterra, los restos del “Republicano”, vivo recuerdo de una actitud histórica de Rosas –reconocida por José de San Martín- que no encaja con el actual rumbo oficial del país, inclinado a desnacionalizar contenidos y camuflar la historia.

  Tres cadenas gruesas cruzaban el Paraná de costa a costa, sostenidas sobre 24 embarcaciones. De un lado, la escuadra anglofrancesa; del otro, las fuerzas de la Confederación Argentina. Detrás de las cadenas, en primera línea de cara al enemigo, se ubicó el Republicano, uno de los buques encargados de defender la soberanía nacional. Su capitán era Tomás Craig, un marino de origen irlandés nacionalizado argentino. Los primeros ataques fueron a las 8 de la mañana; pasado el mediodía, ya sin municiones y para evitar que los enemigos tomaran el barco, Craig detonó sus últimos explosivos y lo hundió.

  Fue el 20 de noviembre de 1845. La batalla se perdió pero, poco después, dio pie a una victoria diplomática para el gobierno de Juan Manuel de Rosas. La Vuelta de Obligado quedó impresa en la historia nacional (y en el billete de $20); el Republicano, sin embargo, permaneció sumergido en el olvido.

  Luego de Obligado, Tomás Craig siguió sirviendo en la armada argentina y se mantuvo leal a Rosas. Tras la caída del rosismo en 1852 –y como efecto de los eternos vaivenes de la política nacional– fue separado de su cargo, aunque poco después lo reincorporaron. Alguna calle de Capital lleva su nombre; sin embargo, la figura de Craig es apenas recordada. Tal vez ahora adquiera otro relieve, gracias a ese mástil del Republicano que permaneció erguido durante 170 años, como sosteniendo la memoria de una batalla clave para que la Argentina fuera algún día un país independiente y soberano.

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