Libros no, Alpargatas sí
Escribe Alejandro C. Tarruella para Infobaires24
El libro y los neoliberales
El fin de las restricciones para importar libros genera polémica y va a afectar a la industria editorial local. Para el gobierno, que retorna alegremente con estas medidas a las políticas neoliberales de 1990, se trata de la libertad, el libre acceso y todas esas figuras de autoayuda divina que jalonan su andar. Bueno es señalar que en general, en los políticos, se ahonda en estos años la tendencia a no leer. Si en general se tratar de ellos, haya más libros o menos, la cosa no cambiaría. Pero ahora se trata de seguir en campaña y en este caso, los funcionarios y sus adictos, ponen en riesgo a la industria editorial argentina y políticas de gobierno que han dado importantes resultados.
el Gobierno avisó que dará lugar al ingreso de libros impresos en el exterior.
Lo cierto es que el martes pasado, el Gobierno avisó que dará lugar al ingreso de libros impresos en el exterior. En la caída económica inaugurada el 10 de diciembre, habrá menos personas habilitadas a comprar pero los más ricos, podrían comprar más y más caro. Esa decisión tuvo como comunicadores a los ministerios de Cultura y el de Producción. Justificaron el levantamiento de las restricciones porque, señalan retomando conceptos de Martínez de Hoz y Cavallo, que «apunta a promover la pluralidad de voces y democratizar el acceso a los libros provenientes del extranjero» y busca «fortalecer el vínculo cultural del país con la región y el exterior».
No leen pero compiten
Dicen esos ministros que no dar rienda suelta al ingreso de libro, «Provocó que en los últimos años los costos de producción locales volvieran menos competitiva a nuestra industria, a la vez que desalentó la exportación de libros al exterior», sostuvieron. No revelan que hubo aumento de producción nacional, incorporación de nuevas voces, editoriales de provincias, y a través de compras por el Estado nacional y estados provinciales, se demandaron miles de libros para la educación y la lectura. Iniciativas como el “Plan de Lectura” del ministerio de Educación, con compromiso de su titular, Alberto Sileoni en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, motivaron el ingreso a la lectura de miles de personas de todo el país. A su vez el plan, que contó con la participación de escritores que viajaban a todo el país para realizar encuentros en escuelas, centros culturales y otros, motivo un crecimiento en el nivel de lectores nacionales. Se suma a ello iniciativas como las cuenta cuentos, que tienen una experiencia como la Fundación Mempo Giardinelli del Chaco, premiada por sus abuelas a nivel internacional.
apunta a promover la pluralidad de voces y democratizar el acceso a los libros provenientes del extranjero
Es natural que al gobierno no lo motive el lugar del ciudadano, sino el del modelo neoliberal a través del que lo importante es el plano corporativo empresario y no la iniciativa nacional. El ministro de Producción, Francisco Cabrera, esbozó que «además de aislarnos (la medida) hizo caer a la industria editorial». Y agregó: «El libro tiene un enorme valor cultural, pero además genera miles de empleos calificados que queremos promover: autores, editores, correctores, ilustradores y diseñadores argentinos entre otros. Queremos que desarrollen su talento, en comunicación con el mundo». Curioso alegato cuando en años recientes, por ejemplo, Argentina en el libro tuvo casos como el de la escritora cordobesa, Ana María Andruetto, que en 2011 fue finalista del Premio Rómulo Gallegos con su novela “Lengua Madre”. Fue Lista de Honor de IBBY, Premio Iberoamericano a la Trayectoria en Literatura Infantil SM 2009 y premio internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen en 2012. La escritora e ilustradora Marisol Misenta, conocida como Isol, recibió en Estocolmo el premio Astrid Lindgren 2013 ese año. En agosto de 2015, Ricardo Piglia recibió el premio Formento de letras en España. A principios de noviembre de 2015, la escritora entrerriana Perla Suez, recibió el Premio Sor Juana por su libro “El país del diablo”, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Incluso, a principios de 2015 el escritor, periodista y politólogo cordobés Nelson Gustavo Specchia, ganó la vigésimo novena edición del Premio internacional de cuentos Max Aub, en España. Argentina fue en estos años protagonista central de la Feria de Frankfurt y su apertura la hizo la misma presidenta.
No revelan que hubo aumento de producción nacional, incorporación de nuevas voces, editoriales de provincias, y a través de compras por el Estado nacional y estados provinciales, se demandaron miles de libros para la educación y la lectura.
Nadie puede negar que la industria argentina, pionera y creativa en términos históricos, necesita subsidios y créditos para crecer. Entonces, cabría preguntarse porque antes de entregarse a las mentadas aperturas mágicas, no se generen cambios en la estructura industrial del sector. Incentivando con subsidios y créditos, incluso para comprar derechos, abriendo el campo a los e-books y otras alternativas. Movilizadas las editoriales con apoyatura crediticia, entonces es posible abrir en justo equilibrio el campo a renglones de importación mayores.
Habla la industria
«Ante la perspectiva de una devaluación o liberación del mercado cambiario, disfrazada de política de shock, sumada a la apertura de las importaciones, como proponen la fórmula y el equipo económico de Macri y (Gabriela) Michetti, desde la industria editorial manifestamos nuestra alerta», señalan editores, libreros, distribuidores, escritores, traductores, correctores, imprenteros, gráficos, diagramadores, encuadernadores y demás trabajadores de la industria del libro, informaba Telam. Señalan que «A la industria editorial no le da lo mismo», explicaron que el tiempo de retorno de inversiones del sector «es superior a los seis meses, por lo que una devaluación de este tipo sencillamente licuaría las ganancias, y la posibilidad de reinvertir, y resultaría en un parate para la cadena de pagos».
Y agregan, con estupor, «Es indudable, lo hemos vivido, que los precios de imprenta, los más voluminosos de nuestra producción, sufrirían un desfasaje en relación con las ventas por cobrar. Por otro lado, desde nuestra experiencia prevemos que estas medidas implicarán inmediatamente la entrada como avalancha de los excedentes de stock de las editoriales españolas, que están a la espera del ‘asalto’ al mercado del libro argentino para compensar sus déficits derivados de las crisis económicas en ese país».
Es indudable, lo hemos vivido, que los precios de imprenta, los más voluminosos de nuestra producción, sufrirían un desfasaje en relación con las ventas por cobrar.
Los industriales y trabajadores del sector tienen en claro que aquí hay “gato encerrado”. Sobre una formulación se monta una destrucción. Es la que puede sufrir la industria nacional sometida a los dictados corporativos internacionales que parecen pretender hacer un diseño fundacional del país no para que “entre en el mundo”, sino para arrojarlo en manos de una restauración conservadora semicolonial. Impedir la difusión de las ideas así puede disfrazarse de falsa experiencia libertaria.