16 de septiembre: de la revolución fusiladora a la noche de los lápices
El 16 de septiembre es una fecha trágica en la historia del movimiento popular. En 1955 se produce el derrocamiento de Perón y 21 años después el secuestro de un grupo de adolescentes en La Plata.
Por Claudio Siniscalco
El 16 de septiembre de 1955 se produce el golpe de Estado contra el gobierno democrático y popular de Juan Domingo Perón. Encabezado por los generales Lonardi y Aramburu y por el almirante Rojas, da inicio a la autodenominada Revolución Libertadora, llamada por el peronismo Revolución Fusiladora.
El golpe se produce tres meses después de otro día 16, en este caso de junio, cuando aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea bombardearon la Plaza de Mayo dejando más de 300 muertos y más de mil heridos, un ataque criminal sin precedentes en la historia argentina y occidental.
Bajo la presidencia primero de Lonardi y luego de Aramburu, la dictadura inicia uno de los períodos más sombríos de nuestra historia, descargando todo el odio y el revanchismo de la oligarquía sobre el peronismo, y aplastando todos los avances políticos, económicos y sociales alcanzados bajo la gestión justicialista.
El 16 de septiembre de 1976, a pocos meses de iniciada la dictadura cívico-militar encabezada por el general Videla, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, son secuestrados en La Plata diez adolescentes de entre 16 y 18 años, la mayoría militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) que reclamaban la implementación del boleto estudiantil.
Los secuestrados fueron: Francisco López Muntaner; María Claudia Falcone; Claudio de Acha; Horacio Ángel Ungaro; Daniel Alberto Racero; María Clara Ciocchini; Pablo Díaz; Patricia Miranda; Gustavo Calotti y Emilce Moler. Los cuatro últimos lograron sobrevivir a una semana de tortura y a su posterior traslado a la cárcel. Los cuerpos de los otros seis siguen aún sin aparecer.
El derrocamiento de Perón y el secuestro que pasó a la historia como La Noche de los Lápices, de los que hoy se cumplen 64 y 43 años, respectivamente, tienen en común mucho más que la coincidencia de una fecha.
Ambos hechos ocurren durante las dictaduras militares más sangrientas de nuestra historia, y cuyos objetivos centrales eran la aniquilación del peronismo para garantizar un modelo económico, político y social de subordinación de los sectores populares a la clase dominante.
Por eso, este 16 de septiembre, a poco más de un mes de las cruciales elecciones del 27 de octubre, debemos ejercitar más que nunca la memoria histórica, recordando y reivindicando a los miles de compatriotas que dieron su vida para que la democracia fuera mucho más que votar cada dos años.