Informe especial: Tigre, más allá de los countries

Escribe Camila Correa, Exclusivo para InfoBaires24

Vecinos, ambientalistas, organizaciones sociales y algunos sectores políticos, señalan al avance de la construcción de countries como la principal causa de inundación de los barrios postergados. La desigualdad social, el deterioro ambiental, la impunidad política y la protección mediática, conforman una maquinaria que ensancha la grieta entre los sectores altos y los que menos tienen. Primera parte de este informe exclusivo de InfoBaires24

Contacto con la naturaleza, exclusividad y seguridad, son los tres elementos que nunca faltan en la promoción de los barrios cerrados como la mejor alternativa para adquirir una buena calidad de vida. En Tigre, las empresas constructoras han encontrado el paraíso: grandes hectáreas que garantizan estas premisas y la complicidad de un gobierno municipal que decide firmar u obviar los permisos necesarios. Pero, mientras unos pocos viven a salvo de las inundaciones, porque sus casas fueron construidas sobre terrenos rellenados, tres metros más abajo, los barrios postergados están expuestos a cada temporal.

Los countries se construyen sobre los humedales que controlan las inundaciones; de esta manera, obstaculizado el normal drenaje del agua, el río busca canalizar ese excedente hídrico, desviándose hacia barrios que nunca antes se habían visto afectados por esta problemática.

Las cifras son alarmantes. Los countries ocupan el 60% de la superficie territorial de Tigre; con el avance inmobiliario, ya son 148 los kilómetros cuadrados ocupados por los complejos de lujo. Sin embargo, en este amplio territorio solo vive 1 de cada 10 tigrenses.

En este informe, te contamos la realidad de los otros nueve. Los vecinos que, olvidados por las autoridades del distrito, lidian en soledad con las crecidas del río, la falta de servicios básicos y el avance de las topadoras sobre el espacio público.

La huella neoliberal

 La problemática de la usurpación de la tierra pública comenzó con el golpe de Estado de 1955, cuando, contra el loteo popular que caracterizó al peronismo, la “Revolución Libertadora” suprimió toda función social de la propiedad. Posteriormente, un decreto-ley de la última dictadura cívico militar fomentó el establecimiento de los countries y barrios privados, permitiendo la especulación con la renta urbana, sin adjudicarles ningún tipo de impuesto. De esta forma, se cerró el círculo que dio inicio a la concentración territorial, cuyo apogeo se situó durante el menemismo.

En la década de los ’90, el desmantelamiento del Estado con el consecuente deterioro de la seguridad social, provocaron una profunda marginalización de las clases populares, multiplicando los asentamientos precarios y las llamadas “villas miseria”. Paralelamente, las clases medias altas, enriquecidas por las políticas neoliberales, pero temerosas de los sectores subalternos, en un contexto donde empezaba a resonar el discurso sobre la inseguridad, decidieron refugiarse en estos barrios cerrados.

Por otro lado, en esa misma época se construyeron las grandes vialidades de penetración a la Capital Federal – el acceso norte, el acceso oeste, la autopista Buenos Aires – La Plata, entre otras- dando inicio a un nuevo fenómeno urbanizador que permitió escindir el lugar de residencia del lugar de trabajo. Así, las clases más pudientes tomaron la decisión de trasladarse desde las zonas centrales del aglomerado metropolitano hacia sus bordes; ocuparon, especialmente, la zona norte de la provincia de Buenos Aires.

A estos elementos se le suma otro de tipo cultural. En un momento de intensas relaciones carnales con los Estados Unidos, especialmente en el terreno económico, donde reinaba el 1 a 1, la Argentina empieza a replicar su modelo urbanístico y los countries se consolidan como el objeto de deseo de las clases altas, que empiezan a buscar otras cualidades residenciales. Lo paisajístico, ligado al verde y a las lagunas artificiales, la promesa de seguridad garantizada, y la posibilidad de convivir únicamente con pares que compartan el mismo estandar de vida y el mismo concepto de estética, hizo que muchos encontraran en los barrios cerrados, su lugar en el mundo.

Las desarrolladoras inmobiliarias, atentas a estos movimientos, comenzaron a poner el ojo en todos los terrenos que cumplían con estas características. Las empresas decidieron acercarse a los cuerpos de agua naturales, por su posibilidad de producir lagunas artificiales. De esta forma, la cuenca baja del Río Luján se convirtió en el centro de las acciones. Pero, en su afán de extender el negocio, estas poderosas firmas avanzaron sobre el territorio sin respetar las legalidades naturales.

El impacto ambiental

 Para adentrarnos en este aspecto, dialogamos en exclusiva con Patricia Pintos, geógrafa especialista en humedales, quien ha trabajado arduamente junto a los vecinos y las organizaciones sociales del distrito.

Los countries avanzan sobre las planicies de inundación, que forman parte del sistema fluvial del río, porque es el espacio que permite amortiguar las crecientes.

«De esta manera, se generan obstáculos en el proceso de evacuación del excedente hídrico, y el río busca resolverlo extendiéndose hacia otras áreas” sostiene Pintos. Así, barrios que jamás se habían inundado, ahora se ven expuestos a estos fenómenos.

El punto es que, tal como se presenta el humedal – una superficie que está de manera semi permanente ocupada de agua – no estaría en condiciones de recibir a la urbanización. Pero las empresas encuentran una particular forma de resolverlo. “Meten una daga que succiona el material que hay allí, y los depositan en el lugar donde van a desarrollar la urbanización” explica Patricia. Así, el terreno queda apto para construir la vivienda. Esta elevación de la cota, sumada al cerco perimetral del territorio, permiten, además, que los complejos queden a salvo de las inundaciones que ellos mismos producen.

Los desarrolladores argumentan que esto es un balance cero, que como no hay ingresos ni egresos de material, todo se resuelve al interior del río. Pero estos humedales no sólo amortiguan las crecientes, sino que cumplen una serie de funciones y servicios ecosistémicos vitales para el funcionamiento del sistema hídrico en su conjunto. “Son reservorios de agua. Permiten la recarga de los acuíferos; cuando llueve actúan como grandes esponjas, retienen el agua que se infiltra hacia los acuíferos subterráneos, a partir de donde nos abastecemos de agua potable. Además, son grandes corredores de biodiversidad, reguladores de microclimas y un conjunto de condiciones que en la medida que se los altera en forma sistemática y en proporciones cada vez mayores, no sólo inciden en eventos de inundación sino que también alteran la dinámica hidráulica del propio río”, enfatiza la geógrafa.

En toda la cuenca baja ya se han destruido más de 9 mil hectáreas de humedales, ocupando el valle de inundación del Río Luján o alguno de sus afluentes. “¿Hay vuelta atrás?”, preguntamos. “Las alternativas son múltiples” responde Patricia. Como medida ideal, propone que “de una buena vez y para siempre, se prohíba la construcción de urbanizaciones cerradas sobre humedales. Hay un proyecto de ordenanza presentado por las organizaciones sociales de Tigre y de Escobar, que está durmiendo en un cajón”.

 En toda la cuenca baja ya se han destruido más de 9 mil hectáreas de humedales, ocupando el valle de inundación del Río Luján o alguno de sus afluentes

En segundo lugar, las organizaciones más radicalizadas proponen otra solución. “Sugieren algo que se ha probado en Nueva Orleans, con posteridad a los eventos del huracán Katrina. Como gran parte de la ciudad había avanzado sobre el Rio Mississippi, y las obras de ingeniería hidráulica, realizadas durante largos años, no habían podido solucionar los problemas de fondo, decidieron relocalizar algunos barrios y áreas residenciales, hacia sectores más altos; sacarlos de la zona de influencia de las planicies de inundación. Como estos desarrolladores habían invadido sectores del dominio público para hacer negocios privados, ahora debían restituirle a la naturaleza lo que le pertenece”. Sin embargo, en términos prácticos esto no parece muy viable, porque “implicaría expropiaciones muy onerosas para el erario público”. Aun así, la ciudadanía paga millones en obras hidráulicas que no parecen funcionar. “Esta salida que encuentra el Estado municipal es no mirar el problema de fondo, que es que se están habilitando suelos en los que no se puede construir. Frente a un problema, hacen una obra, pero estos lugares no tienen las condiciones naturales de recibir a la urbanización, ni jamás las van a tener” concluye.

El paredón que divide las dos realidades

 Este modelo urbanizador que se embandera en el progreso y la modernidad, genera un profundo panorama de desigualdad social. Más allá del centro de Tigre, del Puerto de Frutos y de las lujosas mansiones, los barrios más humildes enfrentan día a día la desidia y la exclusión, constituyéndose así, una postal de dos realidades paralelas, a sólo metros de distancia.

Dialogamos con Margarita García, representante de la Asamblea de Vecinos Inundados de Tigre. Margarita vive en Las Tunas, uno de los barrios más postergados, ya que quedó enclavado en medio de tres countries que se construyeron en los últimos 10 años: La comarca, El Talar del Lago II y El Encuentro. Los paredones de los barrios privados y la falta de cañerías hacen que el lugar se inunde sistemáticamente.

“Se quiere hacer de Tigre, la Miami argentina” dispara Margarita, y continúa: “Yo siempre digo que a los barrios populares, marginados, vulnerados, no están haciendo una expulsión silenciosa. Nos inundan, no tenemos los servicios básicos, no tenemos agua, no tenemos cloacas, no tenemos gas. Hay un manejo, un sicopateo para que el vecino decida irse. El primero que tiene un mango se va, o vende su terrenito a dos pesos para rajarse a otro lado. Vivimos muy mal, estamos en una situación muy injusta”.

 Se quiere hacer de Tigre, la Miami argentina, afirma Margarita García, representante de la Asamblea de Vecinos Inundados de Tigre

Frente a esto, los vecinos decidieron organizarse: “La Asamblea de Vecinos Inundados de Tigre se formó a causa de las reiteradas inundaciones que sufrimos. En el año 2013 tuvimos tres inundaciones en un semestre. Esto forjó nuestra organización” cuenta Margarita.

Así empezaron las primeras y continuas movilizaciones. “Primero pedíamos las obras hidráulicas, pero luego nos dimos cuenta que por más que las tengamos, si siguen construyendo los countries al lado nuestro, el problema no se iba a solucionar”. Entonces, los vecinos decidieron cambiar su posición e ir más allá. “Dejamos de ser una asamblea que solo resistía, exigía y marchaba, y empezamos a proponer. Así formulamos el proyecto de ordenanza que hasta el día de la fecha no tuvo respuesta. Por eso, recientemente hicimos un balance desde ese entonces hasta ahora, y decidimos emprender otro plan de lucha. El 16 de mayo lo anunciamos en una conferencia junto a muchas organizaciones y académicos, y vamos a hacer un escrache a Nordelta, como símbolo de modelo, porque fue el primer megaemprendimiento inmobiliario en Tigre”.

Por otro lado, García expone el contraste entre los distintos sectores del distrito: “Es increíble ver lo que es Tigre Centro en comparación a nuestra realidad. Ahí se nota para quien se gobierna. El country me genera mucha angustia, porque lo tenemos acá, pegado, y vemos lo bien que viven al otro lado del paredón”. En una oportunidad, este mismo paredón intentó ser picado por los vecinos del barrio, quienes, absolutamente inundados, intentaban que, de esta manera, el agua pueda drenar. Pero fueron recibidos con tiros por parte de los propietarios, quienes pensaron que se trataba de un hecho de inseguridad y salieron a defenderse. Esta imagen sea, quizás, el mejor reflejo de la violencia y el desamparo que genera esta feroz injusticia territorial.