El gobierno de Macri esconde la villa 31 en lugar de urbanizarla
El PRO continúa su política de aumentar la brecha de desigualdad al interior de la Ciudad de Buenos Aires. Esta vez, emprende la instalación una malla de acero entre ambas vías de circulación de la autopista Illia para tapar la realidad de los vecinos de la Villa 31 y 31 bis.
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires encabezado por el líder del PRO, Mauricio Macri, quien en breve será sucedido por su fiel peón, Horacio Rodríguez Larreta, sigue demostrando para qué sectores gobierna, y a cuales olvida y margina.
Desde hace un mes, la empresa AUSA, creada en 1977 durante la dictadura militar y cuyo paquete accionario corresponde hoy en un 95 por ciento al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en conjunto con la Secretaria de Hábitat e Inclusión porteña, avanza en una polémica obra a la que publicitan como «protección ecosustentable».
Esta se ubica entre las dos vías de tránsito que, según los funcionarios a cargo, tiene doble objetivo: por un lado, proteger a los habitantes del barrio Bajo Autopista (Illia), entre las villas 31 y 31 bis, y por otro lado desarrollar un cordón verde que funcione como «pulmón» en medio del cemento.
Pero, en realidad, lo que el proyecto pretende es evitar que se vea el barrio desde el lugar de los automovilistas. Lo mismo sucedió con la Villa 15 del barrio de Mataderos. Lo que se está haciendo, en definitiva, es construir una nueva “Ciudad Oculta” en el barrio de Retiro.
El plan comenzó sin prisa pero sin pausa, a través de una primera medida: la instalación de una reja de dos metros de alto que separa la autopista de la villa a lo largo de 550 metros, sobre el borde derecho en sentido al centro.
Sobre el objetivo cercado, decidieron ahora extender esta malla de acero, que se inicia 1,5 kilómetros más adelante del peaje en sentido hacia el centro, se extiende 300 metros y finaliza en un «pilote» de hormigón que tendrá iluminación led, una intervención artística en forma de cruz.
Se prevé también la construcción e instalación de unos maceteros lineales, que estarán ubicados por detrás del guardrail, y los transversales, que funcionarán como pequeños «puentes» de verde y flores. En la última etapa se instalarán el sistema de riego y la plantación de los maceteros con el compost y la vegetación.
Bajo el maquillaje del “ecosistema sustentable” y “la seguridad de los que viajan al centro de la ciudad”, se esconde un negocio cínico: el de tapar, a través de un muro, a la población hacinada y excluída por la gestión macrista desde hace más de ocho años.
A fines de 2009, la Legislatura porteña aprobó una ley para resolver el pedido de radicación de las 28 mil personas que habitan en el barrio. Sin dudas era un buen puntapié inicial, pero al no haber una decisión política clara, el tiempo pasa y el proyecto queda casi trunco. La realidad de la villa cambia mes a mes, semana a semana; en su extraordinaria expasión, sobre todo, hacia arriba, donde antes no había nada, hoy puede haber dos o tres pisos.
Por eso, lo que los vecinos de la villa 31 exigen hasta el día de hoy es un código de planeamiento interno, que conciba los planes de obras, de servicios, de calles.
Los vecinos de la villa 31 exigen hasta el día de hoy un código de planeamiento interno, que conciba los planes de obras, de servicios, de calles.
Sin embargo, las medidas tomadas por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fueron superficiales; embellecieron la fachada pintando frentes y tirando caños; se encargaron, fundamentalmente, de invisibilizar, a través de este tipo de obras, la realidad de los habitantes y cualquier intento de manifestación que encabecen de ahora en adelante.
«El hecho de que la villa no esté urbanizada hace que de por sí haya poca ventilación entre las casas. Si a eso le sumás una capa de acero que no va a permitir el paso de la luz, la situación podría empeorar. Creo que hay obras más importantes por hacerse en este barrio», reclama César Sanabria, referente de la Villa 31 y estudiante de arquitectura.
Se acercan las elecciones que definiran el futuro del país. Un futuro donde Mauricio Macri y su equipo pretenden ser protagonistas. Para ello, emplean su herramienta preferida: el marketing. Se aseguran que los sectores medios y altos tengan una bella vista mientras acallan las voces de los postergados; aquellos que, tras las rejas, tras los muros, tras las flores, piden a gritos que les respeten su derecho a la Ciudad.