
La epidemia de Ebola y la Instalacion del Pentagono en Africa
Al parecer, ciertos murciélagos son portadores sanos de esta enfermedad y pueden contaminar tanto a cierto tipo de monos como a los hombres. La transmisión también puede producirse entre portadores humanos a través de la sangre, de la leche materna, de las heces fecales o del vómito e incluso al entrar en contacto con la saliva de un enfermo en estado avanzado. No parece hasta ahora que esta enfermedad pueda transmitirse por vía aérea.
La mortalidad entre los enfermos de ébola es sólo de un 20%. Pero puede dispararse hasta el 90% si los pacientes no reciben una rehidratación correcta o no reciben las transfusiones necesarias, como generalmente sucede en Guinea, Liberia y Sierra Leona. De ahí la importancia de la ayuda que pueden aportar las ONGs, como Médicos Sin Fronteras, o Estados como Cuba.
En los años 1980, el régimen del apartheid entonces imperante en Sudáfrica encargó al doctor Wouter Basson la realización de investigaciones sobre una serie de gérmenes patógenos que al parecer podían ser modificados para que sólo mataran personas de piel negra (Project Coast). Entre esos gérmenes se hallaba el virus del ébola.
En 1988, el ministro de Salud de Zimbabue, Dr. Timothy Stamps, acusó a Sudáfrica de haber realizado, en el marco de su guerra biológica, experimentos con el ébola y con el virus conocido como Marburg a lo largo del río Zambeze.
En 1992, Shoko Ashara, líder la secta Aum Shinrikyo, viajó a Zaire para recoger allí muestras del virus del ébola.
Aparentemente, el doctor Basson destruyó en 1994 los cultivos del virus del ébola que utilizaba en sus investigaciones. Pero lo hizo sin verificación.
El test recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) para determinar si un paciente está contaminado con el virus del ébola no verifica si el virus está presente en la sangre del paciente sino que sólo comprueba que sus síntomas coinciden con los síntomas que provoca el virus. El resultado es que un gran número de personas han sido erróneamente consideradas enfermas.
Desde 1976, se han registrado en África unas 30 epidemias de Ébola. Pero ninguna había alcanzado hasta ahora el nivel de la registrada en 1976 (280 víctimas).
Sin embargo, la epidemia surgida este año en África occidental ha matado cerca de 5 000 personas en 10 meses, cifra que está lejos de ser impresionante en comparación con la cantidad de muertes que provocan otras enfermedades, aunque puede calificarse de pandemia.
En septiembre de 2014, Estados Unidos decidió aportar al África occidental una ayuda de carácter masivo contra el Ébola [1]
El 14 de octubre de 2014, al término de una videoconferencia, Barack Obama, Francois Hollande, Angela Merkel, Matteo Renzi y David Cameron calificaron el Ébola como «la más grave urgencia sanitaria de los últimos años».
Lo que ha hecho hasta ahora Estados Unidos es crear un sitio web titulado «Fighting Ébola: A Grand Challenge for Development». Con el pretexto de desplegar material sanitario, el Pentágono envió al oeste de África más de 4 000 soldados del AfriCom, lo cual es sin dudas muy conveniente para los intereses políticos y económicos de Estados Unidos en la región pero no será de mucho efecto contra la enfermedad.
Mientras tanto, Cuba ha enviado más de 500 médicos, enfermeros y técnicos de la salud, lo cual constituye muy ampliamente el mayor esfuerzo realizado hasta ahora por un Estado para aportar ayuda a la población afectada por el virus
Washington anuncia la creación de un puesto de mando militar en Liberia
Se trata de un «cuartel general de mando para la fuerza conjunta», precisa el AfriCom ([el mando militar estadounidense en África] cuya «área de responsabilidad» cubre todo el continente, con excepción de Egipto). Bajo las órdenes del general Darryl Williams –quien ya se halla en Liberia–, ese cuartel general contará con al menos 3 000 militares estadounidenses, un puente aéreo y un centro de selección en Senegal y ejercerá el «mando y control» de la operación internacional contra el ébola, que incluye el envío de personal médico y hospitales de campaña.
Según Obama, esto es «un ejemplo de lo que sucede cuando Estados Unidos toma el mando para enfrentar los más importantes desafíos mundiales». En su reciente discurso, Obama detalló al mundo la lista de esos desafíos, afirmando que sólo Estados Unidos tiene «la capacidad y la voluntad de movilizar el mundo contra los terroristas del ISIS [Emirato Islámico (ex EIIL)]», de «unir el mundo contra la agresión rusa» y de «contener y erradicar el ébola».
Aunque es extremadamente remota la posibilidad de que el ébola llegue a extenderse hasta Estados Unidos, Obama subrayó en el discurso que pronunció en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades –con sede en Atlanta, Georgia– que en África Occidental esa enfermedad ha provocado la muerte de «más de 2 400 hombres, mujeres y niños». Acontecimiento ciertamente trágico aunque bastante limitado si lo relacionamos con el hecho que la población del África Occidental se eleva a alrededor de 350 millones de personas, que toda la región subsahariana cuenta casi 950 millones de habitantes, que cada año el sida mata en la región más de un millón de adultos y niños, y que en el África subsahariana y en el sur de Asia simples diarreas acaban cada año con las vidas de 600 000 niños de menos de 5 años (más de 1 600 muertes al día).
Esas enfermedades, al igual que todas las demás llamadas «enfermedades de la pobreza», que cada año provocan en el África subsahariana varios millones de muertes prematuras y casos de invalidez, son consecuencia de la malnutrición, de la escasez de agua potable y de las malas condiciones higiénico-sanitarias en las que vive la población pobre. Esa población, según los datos del Banco Mundial) es el 70% de los habitantes de la región y el 49% vive en condiciones de pobreza extrema. Así que la campaña de Obama tiene todas las características de un pretexto.
El África Occidental, donde el Pentágono ahora instala su propio cuartel general invocando oficialmente la lucha contra el ébola, es muy rica en materias primas: petróleo en Nigeria y Benin; diamantes en Sierra Leona y Costa de Marfil; fosfatos en Togo y Senegal; caucho, oro y diamantes en Liberia; oro y diamantes en Guinea y Ghana; y bauxita en Guinea. Las tierras más fértiles se reservan para el cultivo de cacao, piña, maní y algodón. Pero la población local prácticamente no se beneficia con la explotación de esos recursos ya que las transnacionales y las élites locales se reparten los ingresos, además de enriquecerse con la exportación de maderas preciosas, sin importales las graves consecuencias de la deforestación para el medio ambiente.
Pero los intereses de las grandes compañías estadounidenses y europeas están en peligro debido a las rebeliones populares (como la del delta del Níger, resultado de las consecuencias medioambientales y sociales de la explotación del petróleo) y a la competencia de China, cuyas inversiones resultan mucho más útiles y ventajosas para los países africanos.
Para tratar de mantener su influencia en África, Estados Unidos creó en 2007 el AfriCom. Utilizando como cobertura las supuestas operaciones humanitarias, esa estructura militar estadounidense recluta y forma en los países africanos oficiales y miembros de las fuerzas especiales locales a través de cientos de actividades militares. Una base fundamental para la realización de esas operaciones es la base de Sigonella –en Sicilia–, donde está desplegada la Task Force de los marines estadounidenses. Desde esa base parte la rotación de los escuadrones estadounidenses en África, fundamentalmente en África Occidental.
Desde allí comienza la campaña de Obama «contra el virus del ébola».