Se trata de un distrito que en los últimos 20 años perdió más del 50% de sus establecimientos lecheros, expulsando del campo a más de 900 familias. Los resultados de un estudio del INTA y la Universidad Nacional del Litoral.
El departamento Las Colonias, en Santa Fe, podría ser considerado “modelo” de la dura realidad que viven los tamberos del litoral del país.
Ubicado en la cuenca lechera más importante de Latinoamérica, en los últimos 20 años ese distrito perdió más del 50% de sus establecimientos, expulsando del campo a más de 900 familias, mientras que muchos de los trabajadores que aun siguen en actividad no tienen satisfechas necesidades básicas como salud, educación, recreación, comunicación, jubilación y protección laboral.
Los datos surgieron de un estudio realizado por investigadores de Universidad Nacional del Litoral (UNL), y en el que colaboraron profesionales del Ministerio de la Producción y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Para saber cuál era la situación en los tambos, los especialistas realizaron entrevistas en profundidad a tamberos y referentes de establecimientos asociados a una cooperativa de larga data en el departamento Las Colonias.
En diálogo con La Opinión de Rafaela, Patricia Sandoval, que formó parte del grupo investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la UNL, se refirió a la situación en que quedaron los trabajadores de Las Colonias luego de la gran expulsión de mano de obra que se produjo entre 1988 y 2008, cuando cerraron 926 tambos sólo en el departamento.
Se trata de empleados comúnmente denominados “tamberos”, que se dedican al ordeñe de las vacas y a las actividades asociadas, utilizando generalmente la mano de obra de su familia, razón por la cual es indispensable que residan en el mismo campo o al menos en un lugar cercano.
En los últimos años, el proceso de crecimiento tecnológico del agro en general, no tuvo un recorrido paralelo en las condiciones de vida de los tamberos: “Los beneficios económicos de la agricultura no fueron los beneficios económicos de los empleados y trabajadores rurales”, destacó Sandoval.
A raíz de la investigación desarrollada, se identificó que, por ejemplo, había una ausencia de agremiación y débiles vínculos con instituciones de la región. “La escasa acción colectiva se liga al trabajo en comisiones religiosas y en escuelas de nivel primario”, precisó la profesional de la UNL.
Por otro lado, sostuvo que el entorno no dispone de los servicios y prestaciones esenciales para la vida social, menos aún de lo que se disponía hace dos décadas en este sector rural y que los servicios actuales del sector agropecuario no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas de salud, seguridad laboral, comunicación, recreación, educación.
Según el mismo trabajo -dado a conocer por el mencionado periódico rafaelino-, una de las razones de los problemas es el cambio de la situación legal del sector a partir de la aparición de la Ley del Tambero Asociado.
“Las condiciones materiales del tambero son las de un obrero rural, solapada por la categoría jurídica de ‘tambero asociado’ de carácter autónomo. El duro trabajo manual polifuncional es la propiedad inherente a este agente social, que si bien para el aspecto legal es individual, en la realidad se trata de un sujeto social colectivo, la familia trabajadora tambera. En términos específicos para la zona en estudio, se concluye que este sujeto social se encuentra actualmente en estado de vulnerabilidad”, sostuvo Sandoval.
Por último, afirmó que esa vulnerabilidad de las familias rurales se puede solucionar en gran medida con la intervención del Estado en articulación con instituciones del sector privado para proveerlas de buenos caminos, electricidad, señal de Internet y de telefonía celular, mejoras en los servicios de salud, recreación y educación, entre otros. (InfoGEI)
