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Eva Sacco: «Dólar a futuro para encarcelar a CFK»

Eva Sacco

El tema del dólar a futuro es el tema político y económico del momento. Sin embargo, se desconoce usualmente su funcionamiento y muchas de las causas por las cuales el Banco Central interviene en ese mercado. La lectura política queda trunca cuando no se entiende el papel de este instrumento financiero.

Esta nota surge a partir de algunas discusiones que se dieron en el terreno virtual durante dos etapas: la primera en virtud del allanamiento a las oficinas del Banco Central (cuando aún el FPV era gobierno) y la segunda en la última semana, cuando se dio a conocer la llamada a declaración indagatoria a la ex presidenta y los ex ministro de economía y presidente del Banco Central por la venta de dólar futuro. Es importante aclarar que la temática es abordada desde un ángulo puramente económico y político, y no legalista.

A pesar de lo mucho que se habla del tema, todavía gran parte de la sociedad desconoce que es el Dólar futuro y para qué sirve. El dólar a futuro implica un “contrato a futuro”: un compromiso para comprar o vender un “activo” en una “fecha futura” a un precio determinado. Al momento del vencimiento, el vendedor o el comprador obtiene una ganancia o pérdida, según el precio sea mayor o menor al pactado. Si el precio es menor al pactado el comprador obtiene una ganancia, y si el precio es superior al pactado, la ganancia la obtiene el vendedor.

La mayor utilidad del dólar futuro es que funciona como “seguro de cambio”, para asegurar el precio de una transacción en dólares cuando existe incertidumbre acerca del valor de la divisa (la moneda extranjera). Vale aclarar que toda la operatoria entre los suscriptores es en pesos, no en dólares. Para entender esto, supongamos el caso de una fábrica que tiene una venta de sus productos pactada dentro de 3 meses. Como su producción depende de insumos valuados en dólares que no sabe cuánto costarán, en consecuencia, no puede predecir sus costos y por lo tanto desconoce qué valor tendrá su producto en ese momento. Al precio del dólar en diciembre, aproximadamente 10$xU$S, el valor del insumo es de 1000 $. Lo que puedo hacer es entonces ir al mercado de futuro y “comprar dólares”. Si el empresario suscribe un contrato por la compra dólares a $10,5xU$S, comprando todos los dólares que necesite para la compra de sus insumos, fija sus costos en ese valor.

Esto es independiente del valor real del dólar en 3 meses. Si finalmente el dólar está por encima de lo contratado la entidad a la que le compró los dólares tiene que abonar la diferencia; y si el dólar está por debajo el empresario es el que debe pagar la diferencia para cumplir con el valor pactado. (en eso consiste la operatoria, no hay dólares de por medio, pero el empresario podría ir a comprar dólares ahora al mercado incluyendo la diferencia que obtuvo en el mercado de futuro). El conocer el valor del dólar dentro de 3 meses permite calcular los costos y poder ofrecer un producto anticipadamente a un valor sin perder ganancia. Inversamente, los exportadores recurren a esta operatoria cuando reciben el cobro de mercaderías en un plazo futuro.

La ventaja de esta cobertura se traduce en una mayor habilidad para la planificación de negocios, puesto que la toma de decisiones se realiza sobre valores ciertos y no sobre montos sujetos a contingencias, y aunque la transacción es toda en pesos, pero me asegura que voy a tener los pesos necesarios para pagar los dólares que necesito.

Hasta aquí solo hablamos de privados, pero… ¿por qué el Banco Central querría intervenir en el mercado de futuro?. El dólar futuro es utilizado como un “predictor” del dólar. En nuestro ejemplo, el empresario utilizó el instrumento para determinar el costo de su producto. Esta predicción incorpora las expectativas del mercado acerca del dólar. Si todos piensan que el dólar va a subir, habrá más agentes dispuestos a suscribir precios mayores, porque de esta manera obtendrían una ganancia. La autoridad monetaria, bajo un esquema de tipo de cambio regulado, puede decidir intervenir en el mercado para calmar las expectativas devaluatorias. Estas se estaban ocasionando en los últimos días del gobierno de CFK a raíz de los dichos de los futuros ministros del gabinete económico y del fogoneo constante sobre la falta de reservas en el central.

Que la autoridad monetaria esté en manos de la oposición, obliga a discutir, negociar y consensuar la política económica con el resto de la sociedad: algo que ahora no sucede

Es importante que las expectativas devaluatorias estén calmadas principalmente por:

• Hay riesgos de una corrida cambiaria y fuga de capitales (esto se da cuando todos salen a comprar dólares y el banco central no puede responder), porque los que pueden acceder a la compra de dólares quieren asegurar el precio actual.

• Se genera un incremento de precios porque los productores esperan tener que pagar los insumos importados a un precio mucho mayor, y al precio actual no tendrían como cubrir el costo de reposición de la mercadería.

En resumen:

· El dólar futuro, cuando lo suscribe un Banco Central, constituye un compromiso sobre el valor de la moneda a futuro, ya que en caso de no cumplirse tendría que pagar muchísimo dinero.

· La suscripción de contratos de dólar a futuro funciona como un tope a la devaluación , mientras que también calma las expectativas devaluatorias.

Un interrogante más político que económico es: ¿Por qué el presidente del Banco Central debería tomar decisiones que podrían condicionar los primeros días de la gestión posterior? En este punto vale aclarar que la gestión de Vanoli finalizaba en el 2017, por lo tanto, su operatoria caería dentro de su gestión (aunque finalmente fue forzado a renunciar antes de que se termine la misma) y la fijación del precio del dólar es estricta potestad del Banco Central.

La problemática del dólar futuro se genera a partir de la devaluación, llevada a cabo por el actual equipo económico. El equipo anterior pretendía cuidar el poder adquisitivo del salario apuntalando las expectativas devaluatorias. Si bien el presidente o presidenta de la nación pueden exigir la renuncia de la autoridad monetaria, solo se dio contadas veces en la historia. La más recordada fue cuando Martín Redrado incumplió su deber de funcionario público negándose a vender dólares al tesoro nacional. Vale aclarar que la exigencia de renuncia no implica separación del cargo, ya que para que la misma se efectivice debe mediar la autorización de legislativo.

El hecho de que las duraciones de los mandatos de los funcionarios públicos se solapen, es parte de los mecanismos de contrapeso de la democracia, como lo es la existencia de un poder legislativo. Se elige un presidente, no un rey por cuatro años que hace y deshace a su antojo. Que la autoridad monetaria esté en manos de la oposición, obliga a discutir, negociar y consensuar la política económica con el resto de la sociedad. Algo que ahora no sucede, donde un gobierno que apenas tiene 90 días de gobierno impone un camino inverso a la distribución de la renta que se recorrió durante 12 años.

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