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Carlos Nair, la historia de un marginal

Un libro presenta la biografía del joven que durante décadas vivió a las sombras del poder. El relato de la vida de un niño privilegiado que terminó desamparado en la cárcel.

El libro Carlitos Way (Tus Quets)  relata los 35 años que transformaron a Carlos Nair, el niño rubio de rulos que jugaba al fútbol y aprendió a leer antes de ingresar al colegio en Las Lomitas, en un adicto encarcelado, con principios de sarna,  al que le cuesta  hablar,  y al que, como si fuera una serpiente venenosa, todos temen acercase. Nair no sólo padeció que durante décadas su padre no lo reconociera. También sufrió el suicidio de su madre, la muerte trágica de su hermano y una infancia clausurada.

Encontró refugio en las drogas, el dinero y el lujo. Un cóctel que lo llevó a incrustarse en un Mc Donall´s en plena Capital Federal, a dispararse en su propia pierna al intentar amenazar a un camionero  y hasta a participar de una balacera en busca de venganza por la muerte de un ladrón de poca monta en un suburbio del Conurbano.

Su vida,  cinematográfica, comenzó con la ayuda económica de su padre. Pero aquel apellido, que parecía una protección, en realidad pareció una condena.

Debió vivir custodiado, su madre –Martha Meza- fue amenazada de muerte y fue perseguido por reporteros que hacían cotizar como oro una foto suya.

En ese ambiente de persecución tuvo su primera relación sexual, su primer trabajo y sus primeras amistades. Años más tarde, Nair dejó de ser tratado por los medios como el hijo de Menem para ser recordado como un marginal por sus episodios con drogas, sus robos, accidentes y armas.

La periodista Victoria De Masi logró recrear la vida de Nair de forma fluida, sin dejar de ser rigurosa. El relato se mece al ritmo de la vida de Nair: es duro, agresivo, atrapante y de una intensidad que lo hace vivo.

“Carlos Nair comenzó a frecuentar el barrio de las Lomas de Moreno a fines de enero de 2015. Aquí es donde consigue cocaína y aqué es, también, donde hace nuevos amigos: dealers y ladrones, y las familias de los dealers  y de los ladrones. Activa un mecanismo de seducción que los hace sentir indispensables. Les compra droga pero también se queda a charlar, pide que le conviden un mato o comparte una cerveza. Ellos se los devuelven a su manera, son un escudo protector cada vez que Nair entra  y sale de las Lomas de Moreno a bordo de su Mercedez Benz color gris rumbo al barrio cerrado donde vive”.

La cita del libro grafica al último tiempo de Nair, rodeado de  gente que aprovecha su apellido para hacer negocios. Empresarios que ponen concesionarias a su nombre, publicistas que lo usan para vender préstamos, oportunistas que buscan impulsar su emprendimiento en la construcción. A todos les sale mal: Nair, sin quererlo, los estafa, los funde, les debe y hasta se cuesta con sus parejas.

A Carlitos la muerte lo rodea como una culebra. Le balearon el frente de su casa dos veces, estuvo al borde de la muerte por choques y el consumo de droga lo llevó a la deshidratación y el insomnio. ¿Cuál será el destino de este niño al que la vida convirtió en un marginal o que, como el mismo define, nació como un little bastard?

 

 

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