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Prat Gay no quiso responder a un periodista internacional

La BBC ve con preocupación el creciente endeudamiento de Macri. Escribe Alejandro C. Tarruella 

Alejandro C. Tarruella

La deuda llama a la deuda

En un artículo publicado en BBC Mundo (BBC de Londres), se muestra preocupación por el festival de endeudamiento que práctica el gobierno de Mauricio Macri mientras clama hasta el absurdo, que “ahora a estamos en el mundo”. El periodista Daniel Pardo, bajo el título de “Cuánto aumentó la deuda de Argentina desde que Mauricio Macri asumió la presidencia y por qué puede convertirse en su talón de Aquiles”, alertó acerca del endeudamiento del gobierno argentino. Pardo expresa que cada vez son más los economistas y políticos que “muestran preocupación por los niveles inéditos de endeudamiento a los que ha llegado el gobierno de Mauricio Macri, a un mes de cumplir un año en el poder”.

Considera que en su momento, Macri alcanzó un grado de confianza en el país y el exterior para pagar u$s 9.300 M de deuda externa a los buitres y volver a los mercados internacionales después de 15 años. Ahora en “11 meses, gobierno, provincias y bancos argentinos han recibido US$40.000 millones en préstamos, con lo que la deuda pública queda en cerca de US$200.000 millones, que representan casi el 30% del Producto Interno Bruto (PIB)”.

Para Pardo y la BBC, los números han alarmado a algunos economistas del área latinoamericana donde Argentina, reconoce, es uno de los países menos endeudados.

Temen que “lluvia de dólares”, pueda echar abajo lo positivo que se construyó en ese principio. Sin embargo aquí, el periodista no alcanza a darse cuenta que los términos en que se plantea la nota, expresa una contradicción. Si endeudarse con los buitres y otras deudas fueron positivas, ¿cómo es posible en esa mirada que continuar endeudándose, termine siendo negativo? O lo uno o lo otro.

Plantea Pardo, establece que por ese camino, deuda a deuda, se llegó al 2001. Recuerda además 1989, cuando con planes de gobierno para contener la inflación apelaron a préstamos, en la incertidumbre, se provocó una fuga de capitales más hiperinflación que catapultó a la caída de Raúl Alfonsín. Y repasa que en 1979 gobierno militar no pudo resolver la pérdida de reseras y realizó una devaluación dramática yendo casi a la hiperinflación.
“¿Adivinen quién lo va a pagar?”

Los argentinos saben del riesgo que implica emitir deuda, un mecanismo de financiación que en teoría es necesario y lo utilizan los gobiernos del mundo. Y ahí toma la pregunta que se realiza en público la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando expresa con astucia: “¿Adivinen quién lo va a pagar?” y luego ella responde: «No va a ser la banca extranjera, no va a ser el gobierno; van a ser los millones de argentinos y argentinas».

Y ahí, el periodista Pardo señala algo que es indiscutible y lo dice de este modo: “Por mucho que sean críticos de Fernández, algunos analistas que cuestionan el endeudamiento del gobierno Macri comparten la preocupación de la exmandataria. Y, en términos generales, lo explican así: los préstamos que ha recibido el gobierno no se están gastando en planes a largo plazo que puedan generar el dinero para cancelar esa deuda, sino en pagos de caja menor, reducción del déficit fiscal y aumento de las reservas internacionales”. Y de inmediato dice: “La pregunta es qué va a pasar con la deuda y el gasto del gobierno el próximo año”. Por ahí cantaba Garay.

Pardo reconoce que especialistas consultados por BBC Mundo exponen ahora “que las inversiones mixtas y privadas de hasta US$50.000 millones que Macri dice haber consolidado no son del todo directas y son consideradas «inversiones golondrina», capitales que entran y luego pueden salir del país en medio de la incertidumbre o cuando se produce una crisis internacional.

Claro, el presidente sostiene los altos niveles de gasto público con el que trabajo el gobierno saliente, y siente el peso que tienen en la política argentina sindicatos, organizaciones sociales y gremios y en el artículo lo relacional con las elecciones legislativas de 2017. El gasto público argentino se destina en un 80% a servicios sociales de salud, educación o vivienda y económicos como obra pública y otros. Si el gobierno continúa gastando sin tener correlato en la producción y el consumo, cosa que tenía el gobierno de Cristina, va a ir desgastando su capacidad de pago y no podrá cumplir con una insoportable deuda externa. Es ahí donde el periodista supone que Macri puede hacer agua y volver al pasado. No en vano, el economista Aldo Pignanelli, que responde a Sergio Massa, ya ha dicho que la situación a la que encamina el gobierno, va hacia el 2001. Macri en tanto, amenaza con el futuro en camino al pasado. El periodista Pardo intentó hablar con Adolfo Prat Gay, ministro de Hacienda, reconoce, y no tuvo respuesta. Extraño en un gobierno que se jacta de “estar en el mundo”. ¿Por qué el muchacho exitoso del JP Morgan evitó ese contacto? Tal vez, por lo que se trata en esta nota.

Juan José Cruces, director del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella, en Buenos Aires, le reveló: «Tomemos conciencia que el endeudamiento es una solución transitoria a un problema fiscal».

Y pide reducir el gasto público, receta de hambre que consiste en que el pueblo pague las consecuencias de la ruleta financiera. Y Pardo, periodista de la BBC, cree que eso puede tener incidencia en programas sociales que Macri prometió mantener. Y supone que en esos casos, la fiesta macrista podría aguarse.

Y quedan preguntas para saber porque, luego de criticar la inversión pública en obras de infraestructura –que sacó dólares de la fiesta interminable de los poderosos-, ahora el gobierno recurra a esa misma receta, que lo enfrenta con los reyes de la timba financiera, que esperaban ser beneficiarios absolutos del desguace del Estado. ¿Cómo se explica que el primo hermano de Macri, Ángelo Calcaterra, sea beneficiario de $ 45 mil millones de dólares por un decretazo de su pariente, cuando se había jurado y rejurado que esas obras se harían bajo la lluvia de inversiones? Tal vez eso explique porque Prat Gay no quiso hablar con el periodista que representa “al mundo”. Es posible que anoticiado de ese valor blanco e inalterable, haya contestado: “Después de todo, de noche, todos los gatos son pardos”. Y colgó el teléfono.

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