Pecados nacionales

Avaricia, del Latin avaritia, se define como el afán o deseo desordenado de poseer riquezas, bienes u objetos de valor abstracto con la intención de atesorarlos para uno mismo, mucho más allá de las cantidades requeridas para la supervivencia básica y la comodidad personal. Se le aplica el término a un deseo excesivo por la búsqueda de riquezas, estatus y poder.

Bien, ahora que conocemos la definición del término, detengámonos un momento en el presidente Macri y el revuelo que se armó a partir de la aparición de los famosos ‘Panama Papers’.

La  revelación inicial de los papeles panameños lo involucraba como parte de (al menos) una sociedad offshore creada en Bahamas por el estudio Mossak Fonseca. ‘Offshore’ es un término anglosajón que significa “alejado de la costa o mar adentro”. En el lenguaje financiero se utiliza metafóricamente, para describir cualquier actividad económica o inversión que se realiza fuera del propio país de residencia. Se puede tratar de productos muy variados: cuentas bancarias, pólizas de seguros, inversiones inmobiliarias, sociedades extranjeras o fondos de inversión, entre otros.

En este caso, al presidente se lo acusa de «omisión maliciosa» en su Declaración Jurada a raíz de la revelación de que participó en empresas de estas características. Sin embargo, desde la Oficina Anticorrupción a cargo de Laura Alonso, se consideró que Macri no estaba obligado a informar su participación en empresas y cuentas offshore en su declaración jurada patrimonial.

Los argentinos sabemos que la familia conducida por Franco Macri integra con algunos otros apellidos de renombre un selecto club de millonarios argentinos. Junto a Perez Companc, Rocca y Amalita Fortabat, el apellido Macri es sinónimo de fortuna. ¿Cuál sería entonces el motivo por el cual el presidente está empecinado en aumentar su gran fortuna?. Comencemos por la negativa. Está claro que no se trata de una cuestión de necesidad material.

Desde el punto de vista psicológico, Erich Fromm describe la avaricia como «un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable de satisfacer la necesidad sin alcanzar nunca la satisfacción”. Por lo general el término se utiliza para criticar a aquellos que buscan la riqueza material excesiva, pero también se puede aplicar a situaciones donde la persona siente la necesidad de sentirse por encima de los demás desde un punto de vista moral, social, etc.

Las consecuencias de esta terrible necesidad de tener más son similares a las de una fuerte adicción. En primer lugar, un incontrolable, urgente y adictivo afán de conseguir más llevará a hacer lo que sea necesario para lograr ese plus y hasta romper con valores éticos esenciales como la integridad, la honestidad, la generosidad o el altruismo. Además se corre el riesgo de ser esclavo de un miedo atroz a perderlo todo, aumentando la desconexión emocional para huir de la sensación de falta de valores y aumentando desproporcionadamente los niveles de egocentrismo.

Otro aporte del psicoanálisis que nos ayuda a pensar es el concepto de deseo. El deseo le pertenece al ser humano por su condición de ser hablante, y se aleja del instinto, el cual queda ligado a los animales. Lo más particular del deseo es su carácter “metonímico”. Tomado de la figura retórica “metonimia”, esto significa que es un proceso interminable de continuo movimiento: como el deseo es siempre “el deseo de alguna otra cosa”, en cuanto el objeto del deseo “se alcanza”, ya no es deseable, y el deseo del sujeto se fija en otro.

Es preocupante que una persona que gobierna para los 40 millones de argentinos ponga su crecimiento personal por encima de las necesidades del pueblo.

Lejos de querer hacer un diagnóstico de vuestro Presidente, no podemos dejar de encontrar similitudes con la personalidad recién descripta. Estos rasgos no son peligrosos en sí mismos, pero pensándolo en contexto, es preocupante que una persona que gobierna para los 40 millones de argentinos ponga su crecimiento personal por encima de las necesidades del pueblo. Esta inclinación egocentrista, sumado a la falta de escrúpulos llevará inevitablemente a actos de corrupción: no importan los medios, importa el fin. Y cuando se persigue un objetivo sin tener en cuenta lo que se hace en el camino, hay riesgo. Riesgo de arrasar con todo lo que haya en ese camino.

Entonces, ¿en qué se sustentan pensamientos del tipo: “Como tiene mucha plata, no necesita robar”… “Si le va bien al presidente, nos va bien a todos los argentinos”?

¡Que la inocencia nos valga!