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Mauricio no convence a sus amigos ingleses

The Economist duda de la capacidad de Macri para el segundo año. Escribe Alejandro Tarruela.

Argentina al borde…

   La revista económica británica “The Economist” trazó un diagnóstico severo acerca de lo que vendrá luego del duro primer año de la gestión económica de Mauricio Macri. Como síntesis, sostiene la publicación, el debate en el Parlamento por la reforma del Impuesto a las Ganancias “ha puesto en duda la capacidad de Macri para completar las reformas que Argentina necesita”. Un artículo completo para evaluar el primer año de trabajo del gobierno al finalizar el tratamiento de un proyecto importante, genera la presunción de un interés relativo que tiene relación con la cuestión Malvinas y los futuros negocios que el imperio podría emprender con el país. “The Economist” hizo una evaluación positiva de los primeros meses de la gestión de Mauricio Macri y admitió que eso mismo no sucede en la calle donde «los argentinos han sido menos generosos con los elogios».

   Según la percepción interesada del escritor de la nota aludida, Macri «casi de la noche a la mañana, Macri desmanteló las políticas populistas de su predecesora, Cristina Fernández. Redujo los controles de divisas; logró que el instituto nacional de estadísticas dejara de masajear las cifras de inflación; y resolvió una disputa con los tenedores de deuda pública, restableciendo el acceso de la Argentina a los mercados de capitales».

   O sea que esa mirada, todo venía a pedir de boca para la restauración neoliberal que en cierto modo, encaraba una proyección de lo hecho por Carlos Menem y Fernando de la Rúa porque, en este último caso, se trataba para el mercado, de un ciclo exitoso. El que yacía acostado en 2001 no era el mercado sino ese país llamado Argentina, al que el capital internacional le había asestado hasta una dictadura sangrienta en la que se incorporó la reformulación de los valores del capitalismo salvaje, salpicado con la sangre de los desaparecidos.

   The Economist de todos modos, no es todo elogios. Analiza que «la economía sigue enfermiza», y sus datos datos sobre la «caída del 1,8%» del PBI, la baja del «8% de la producción industrial», o el «derrumbe» de la construcción un «19%», para acentuar que «con las perspectivas de crecimiento retrocediendo, los dos bandos (del peronismo) han puesto sus diferencias a un lado», hablan de una declinación bajo la lupa de estos observadores. Para ellos, como ocurría con ciertos segmentos del extremismo de los ’70, “cuando peor mejor” porque nunca ellos, se sitúan en “lo peor” de la cancha.

   La publicación sostiene que el  debate por la reforma del impuesto a las Ganancias que lanzado desde la oposición cargando las tintas al citar al propio Macri en campaña y plantear que  «ya ha puesto en duda la capacidad de Macri para completar las reformas -a rígidas reglas laborales o a la burocracia excesiva- que Argentina todavía necesita». Para The Economist Macri está preparado poco menos que para cualquier cosa y «puede esperar que los opositores tengan más dificultades para obstruir sus propuestas una vez que funcione la reactivación económica».

Marzo en la mira

   Se equivoca sin embargo, al dar crédito a anuncios sostenidos en los duros vientos de la nada, y expresa que «el gobierno prevé un crecimiento del 3,5% en 2017, ayudado por las exportaciones agrícolas y el fin de una recesión desgarradora en Brasil, el mayor socio comercial de Argentina». Pensar a esta altura de la competencia mundial, que las exportaciones agrícolas son una salida, pertenece a una visión primaria y retrograda. Tal vez por eso, la publicación va a aventurar con la certeza de quien camina sobre el pulso del barro, en la precariedad, que en la argentina de los Macri «…nadie está seguro. La recuperación de Brasil ha decepcionado. Y el comercio puede sufrir a medida que más países se vuelven proteccionistas”. Así, el periodista puede concluir con una difícil y desencantadora sentencia al afirmar que  “El segundo año del Sr. Macri puede ser más difícil que el primero”. Marzo puede ser entonces la clave a analizar para recordar estas impresiones.

   Si sobre estas premisas se pone la lupa en la renuncia sorpresiva de Isella Constantini, se puede ahondar la perspectiva desoladora de “The Economist”.

Otro medio que tiene cercanías y distancias con el gobierno, “Clarín”, reseña que «De la mano del empresario Carlos Colunga –de fuerte llegada a la Casa Rosada– Avianca pretende obtener rutas clave para invertir en la Argentina. Colunga es vicepresidente de Avian Líneas Aéreas, la subsidiara de Avianca que adquirió 12 aviones con la idea de operar las mejores rutas del país. Antes dirigía Mac-Air, la firma de Franco Macri que fue vendida a Avianca». Lo que explicaría un hecho al que resistió la destacada ex Ceo de General Motors Argentina hasta precipitarse su renuncia. Podría aventurarse que la economía en Macri tiene en parte una fuerte impronta familiar que destaca los negocios de rápida recuperación frente a la defensa de los intereses nacionales. Constantini ya venía enfrentada en su gestión, con el ex Ceo de LAN Chile, hoy en el gobierno, Gustavo Lopetegui.

   Ahora resulta que el nuevo titular de Aerolíneas Argentinas,  Mario Dell’Acqua, se confiesa en el púlpito de los empresarios y dice a boca de jarro: «Digamos que soy bastante… que no conozco nada de una compañía aérea. Estuve un año en Intercargo pero lo único que conozco es algo de rampas». La revelación de Dell’Acqua se produjo en una reunión reservada solo para 120 gerentes minutos después de que Macri, tal apelando a su ignorancia, lo confirmaba para suceder a Isela Costantini. El ejecutivo que fue CEO de Techint agregó en su confesión de verano: «Les pido a todos a que me ayuden a entender».

   Cabe recordar que el propio Macri había improvisado una respuesta ante la prensa al referirse a Aerolíneas Argentinas en 2015 cuando ya manejaba las riendas del estado. Dijo en la ocasión convencido: «No me voy a largar a una aventura si yo sé que no tengo la persona idónea para algo complejo como una empresa de aviación».  Dell’Acqua es todo lo contrario y eso explica porque va a ese lugar. Su gestión no es aparentemente conducir sino desguazar. En ese rumbo, “The Economist” ensaya con dudas que la actual etapa política “ha puesto en duda la capacidad de Macri para completar las reformas que Argentina necesita”. Si para muestra basta un botón está casi todo dicho.

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