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Con el libro no, Pablo

Por  Alma Rodrìguez, Lic. en Letras de la UBA, especial para Infobaires24

¿Qué tienen en común el actual ministro de cultura de la Nación y Beatriz Sarlo? En principio podría decirse que nada si consideramos los orígenes  y la corriente de pensamiento e intelectual de donde proviene cada uno.  Pero mucho, o todo, a la hora de elegir con qué frase responder ante un incómodo planteo que los interpele.

Así como, allá por el 2011, Sarlo hubo utilizado la frase “Conmigo no, Barone” durante debate al que fue invitada en 678, el actual ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto respondió, retomando textualmente las palabras de Sarlo utilizadas en aquella oportunidad, a Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación del Libro, durante la última ceremonia de inauguración de la Feria del libro.

El martes de esta semana finalizó la 43 Feria Internacional del Libro que, desde el minuto uno de su inauguración, dio mucho que hablar. En primer lugar, por los acalorados discursos de apertura: Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación del Libro, habló ante representantes de los gobiernos provinciales y de la ciudad de Buenos Aires, autoridades de Los Ángeles (ciudad invitada de honor), autores, ilustradores, diseñadores, traductores, correctores, representantes del sector, entre los que se contaron editores, distribuidores, libreros y personal de las editoriales y librerías. Pero le dedicó muy especialmente un crítico fragmento de su discurso al actual Ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto

La industria editorial en su conjunto está atravesando uno de sus momentos más delicados, con caídas en las ventas del 25%, lo que afecta especialmente a las pequeñas y medianas editoriales

En su discurso, Gremmelspacher afirmó que  “La industria editorial en su conjunto está atravesando uno de sus momentos más delicados, con caídas en las ventas del 25%, lo que afecta especialmente a las pequeñas y medianas editoriales. Permítanme mencionar solo un dato: de un año al otro se han dejado de producir 20.000.000 de ejemplares, o sea casi 55.000 ejemplares por día.”  Luego continuó: “A la creciente caída de las ventas se sumó como el otro brazo de la tenaza que asfixia al sector, la subida de los costos impulsados por los desmedidos aumentos de las tarifas de servicios.” Finalmente remató: “Ha provocado una profunda preocupación en el sector el conocimiento de un proyecto de reforma impositiva, aparentemente solicitado por el Ministerio de Economía a una conocida institución privada, que incluye como propuesta gravar al libro argentino con un IVA del 19%, derogando la excepción sostenida por décadas a través de todos los gobiernos. Esta medida, de aplicarse, sería simplemente el tiro de gracia para el libro argentino.”

Ante el lapidario planteo de Gremmelspacher que lo tuvo a Avelluto como destinatario directo, el Ministro de Cultura atinó a decir:   “Durante mis veinte años en el sector editorial viví muchas crisis económicas, financieras, viví la de 1989, el efecto Tequila, las hiperinflaciones, la crisis de 2001, y en cada una de ellas vi cómo el sector editorial, a través de su talento, se las ingenió para salir adelante. (…) Parafraseando a una querida amiga escritora, Beatriz Sarlo: conmigo no, Martín.”

Por supuesto, y como es de esperar, los medios hegemónicos retomaron las palabras de Avelluto durante el discurso de inauguración y su respuesta a Gremmelspocher pero poco se supo, por ejemplo, del reclamo que el presidente de la Fundación del libro le hizo al Ministro de Cultura así como de los reclamos y la declaración de emergencia nacional de la situación del libro. Tampoco se supo nada de la campaña llevada adelante por Cámara Argentina del Libro (C.A.L.)  denominada “S.O.S. Libro argentino” en la que se alerta de manera urgente acerca de la caída del 25% de las ventas de libros y de un porcentaje equivalente en la producción. Con esta campaña tanto la C.A.L. (Cámara Argentina del Libro) como la C.A.P.L.A. (Cámara Argentina de Papelería, Librería y afines) intentan enviar una desesperada señal al Gobierno con el fin de hacer visible la crisis de este sector.

Tampoco se supo nada de la campaña llevada adelante por Cámara Argentina del Libro (C.A.L.) denominada “S.O.S. Libro argentino” en la que se alerta de manera urgente acerca de la caída del 25% de las ventas de libros y de un porcentaje equivalente en la producción

A diferencia de los editores mexicanos o españoles, por nombrar sólo dos casos,  los argentinos pagan 19% de IVA en las compras de papel para libros sin respuesta a los pedidos de excención de ese pago. Es clarísimo y contundente que la venta de libros bajó considerablemente durante el año pasado y lo hizo aún mucho más durante lo que va de este año. El escenario es más negativo en el volumen de ejemplares. Según la C.A.L., el año pasado la producción de libros se contrajo un 25% y se ubicó en los 62,6 millones, luego de caer un 35% en 2015. El total informado para 2016 es la mitad que en 2014 y se estima que es la cifra más baja desde 2010.

Por su parte, la Cámara Argentina de Publicaciones acaba de dar a conocer la tercera edición de “El libro blanco de la industria editorial argentina”, un informe de datos estadísticos que, entre gráficos y números diversos, sentencia de forma oficial que «entre 2015 y 2016 se produjo una caída del 15% en la producción y las ventas cayeron un 25,8% en relación al año anterior”.

Considerado uno de los mayores eventos culturales y sociales, la Feria del libro logró erigirse históricamente como una especie de isla (muchos stands, mucha gente que pasa durante cada edición, mucha presencia cosmopolita). Pero ante tamaña crisis, el libro, concebido como  mercancía, no es una excepción y, por lo tanto, no queda fuera de las políticas económicas impulsadas por el macrismo: el libro se ve afectado gravemente no sólo como objeto susceptible de ser producido y comercializado, sino también como bien cultural. Su descontrolado nivel de encarecimiento no desentona con los lineamientos de este gobierno con respecto a lo que significa el acceso a la lectura y a la cultura en general.

Pero ante tamaña crisis, el libro, concebido como mercancía, no es una excepción y, por lo tanto, no queda fuera de las políticas económicas impulsadas por el macrismo

Atrás quedaron los años en los que los libros llegaban de a miles a las escuelas y  bibliotecas populares o en que la gente volvía de la cancha con un libro bajo el brazo. Y todo eso -ocurrido durante el kirchnerismo- fue posible gracias a que hubo un Estado presente y especialmente interesado en la difusión de las políticas que hicieran posible un acceso general a la cultura. Ahora, nos encontramos con un Plan Nacional de Lectura completamente desabastecido, la imposibilidad de acceder desde los primeros años al libro, el encarecimiento de la producción, la merma de ventas, la disminución de las importaciones como muestras  más que claras de la marca que se  quiere imprimir desde las políticas culturales del macrismo y que puede resumirse en un lamentable slogan: pocos libros para pocos; más restricción a los bienes culturales para más.

 

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