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La hora del cambio y la transformación viene ahora

Escribe Alejandro C. Tarruella, exclusivo para InfoBaires24

 

   La elección siempre implica un desequilibrio del statu quo que abre los campos a tensiones nuevas. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que modifican condiciones dadas. Los resultados de las votaciones en 5 provincias estuvieron de todos modos, signadas por previsiones.

 

 

A nadie sorprendió que Macri, con su candidato a Jefe de Gobierno porteño, Rodríguez Larreta, fuera a ganar en Buenos Aires. Ni que Juan “Gringo” Schiaretti fuese a obtener un triunfo en Córdoba. Aún más, era previsible un triunfo de Sergio Casas en La Rioja. De manera que el cacareo del lunes posterior a las elecciones no pertenece al desequilibrio del statu quo referido, sino a las especulaciones de quienes van a perder con toda seguridad, en las elecciones presidenciales y, en general, en las que deciden las diferentes gobernaciones.

   Los especuladores pecan por lo general por avaricia. No quieren políticas de inclusión. Tampoco desean ver escenarios como el griego que acaba de sacudir a Europa y refiere en lo profundo, a las políticas que movieron el espinel y cambiaron desde la realidad argentina del 2005 –al reestructurar la deuda externa argentina con una quita inédita a nivel planetario-, la ruta al abismo que marcaban en FMI y las corporaciones. En estos términos, casi podría afirmarse que la elección del domingo fue un acontecimiento previsible, que mostró resultados más o menos esperados. No marcó ningún cambio. El PRO ganando en el puerto centralista de la Capital, es casi un canto desapacible a la desesperanza. En cambio, la consolidación de Mariano Recalde con cifras que no eran esperadas, permitió resistir en el principal bastión del neoliberalismo restaurador. Y resistir desde el aporte de las nuevas generaciones que se suman para dar continuidad en la transformación, al proyecto político que conduce Cristina Fernández de Kirchner.

La consolidación de Mariano Recalde con cifras que no eran esperadas, permitió resistir en el principal bastión del neoliberalismo restaurador

   Estas reflexiones, llevan a imaginar que la cuestión política pasa por afirmar la fórmula Scioli – Zanini, la de Julián Domínguez con Fernando Espinosa y otras tantas en las provincias, y no, detenerse en pensar que se hace con Lousteau en la segunda vuelta. Ese es un problema de la interna del PRO, no un asunto que se traslade al campo nacional y popular que lleve a determinar qué hacer con el voto. La cuestión pasa por ganar voluntades para los candidatos del Frente para la Victoria y sus aliados, en una puja que se desarrolla con un trasfondo relativo a lo que sucede en Grecia tras el triunfo popular del referéndum, la visita del Papa a Suramérica y la propia realidad nacional, que exige profundizar el modelo que se inició en 2003. Lo demás, es harina de otro costal, argumentos que dispersan la hojarasca.

   Hay que repasar dichos de los candidatos y abrir aún más el camino para ganar esas voluntades que pueden dudar. Zannini dijo el domingo en un reportaje de Horacio Vertbisky en Página 12: “La fórmula que conformamos con Daniel dice mucho por sí misma, porque tiene unidad en la diversidad. No somos iguales, venimos de historias y pensamientos diferentes pero tenemos un punto de convergencia a partir de 2003”. ¿Qué mejor definición podría encontrarse para establecer el “adentro” del kirchnerismo peronista a la hora de sumar a quienes van a definir el triunfo de la fórmula del Frente para la Victoria? Zannini habla de amplitud, de criterio para establecer quienes se suman a la propuesta, quienes están en condiciones de dar lo mejor de sí para lograr un resultado que implique la resolución parcial de una afinidad política –todo es movimiento en movimiento- en un momento histórico de cambio. Eso es lo importante.

   Ni Macri, ni Rodríguez Larreta, ni el desdibujado Massa que va de Corrientes a Córdoba procurando sacarse fotos que deslumbren, van a modificar el curso del movimiento real que representa al cambio que se hace sentir en el pueblo. Cuando Macri habla de cambio parece aludir a una pizarra donde se exponen los precios de las divisas. Es el cambio que conoce. El cambio que modifica, que tensiona, es el que genera el movimiento de una sociedad que percibe ser protagonista de un tiempo histórico. Lo ocurrido el domingo es importante en cuanto a que se afirma el tiempo democrático de un país en movimiento. No en tanto y en cuanto un conjunto de restauradores oligárquicos creen que llegó la hora de su fiesta.

 Lo ocurrido el domingo es importante en cuanto a que se afirma el tiempo democrático de un país en movimiento

   Habrá nuevas elecciones, algunas llamadas por los restauradores consecutivamente para producir cansancio. Habrá palabras suntuosas, edulcoradas para celebrar triunfos –como ocurre en el histórico puerto que continúa mirando de espaldas al país- pero hay también un clamor profundo, nacido en el mismo subsuelo de la Patria. Y ese clamor se siente cada día, a cada hora, con la inclusión social, la salud mejor atendida, la educación y la producción en crecimiento. El viernes próximo, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner volverá a reunirse con el Papa Francisco. En ese camino, se escribe la historia que hay que recorrer en unidad.

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