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InfoBaires24 trabajó para UBER: Informe especial

“Gana mucho dinero. Conduce cuando quieres. Sin oficina ni jefes. Uber necesita socios como tú”.  Así  intenta reclutar choferes la polémica empresa estadounidense que logró imponer su red de transporte privado en más de 400 ciudades de todo el mundo, y que desembarcó en Buenos Aires hace pocos días. El sistema se basa en una aplicación para celulares que conecta a usuarios y conductores de vehículos particulares, inscriptos previamente en el servicio, y en el que los pasajeros abonan su viaje con tarjeta de crédito.

Los que conocen a Uber (fundada en San Francisco en 2009) aseguran que llegó para quedarse, ya que sus directivos no suelen dejarse abatir frente a legislaciones que no contemplan su formato de negocio; disposiciones judiciales adversas, ni ante reclamos gremiales de los taxistas que ven amenazada su fuente de trabajo.

El enfrentamiento entre Uber y los taxistas es una constante a nivel mundial, incluso llegando a las agresiones físicas, como sucedió en Chile y en Colombia, entre otros países.

Pero la compañía continúa su expansión basándose en los beneficios que tanto  usuarios como choferes encuentran en este sistema, mientras desconoce las leyes que regulan el transporte público en las distintas ciudades, y las sentencias judiciales basadas en esas leyes.

Es decir, las autoridades le dan la razón a los taxistas, pero Uber sigue operando hasta forzar cambios en la legislación. Para citar sólo un caso que sirve como ejemplo, en China, tras más de un año de conflicto, el gobierno prepara reformas legales para integrar ambos negocios.

Por otra parte, en esa relación libre y espontánea (y muy difícil de controlar) entre conductores y pasajeros en la que Uber basa su éxito, no todos son beneficios para los usuarios, ya que hay ciertos “detalles” del sistema que podrían ocasionarles serios inconvenientes.

Uber desde adentro

Para investigar esos aspectos menos conocidos del servicio, un colaborador de InfoBaires24 trabajó como chofer de Uber durante dos días. A continuación les contamos su experiencia.

Me inscribí en Uber hace tres semanas. Un sábado me citan en un lugar para hacer una charla introductoria; allí me hacen un test para ver si estaba apto para manejar un UBER. Todo muy “marketinero”. En ese mismo lugar me revisan el auto; mejor dicho, sólo lo miraron desde afuera, sin realizarle ningún tipo de verificación técnica. Luego me mandan un mensaje de texto diciendo que ya estoy «listo para arrancar en el sistema».

 Me subo el día martes, manejo por primera vez, una mezcla entre temor y seguridad me invadió cuando apreté el botón circular para buscar pasajeros. Me suena por primera vez y paso a buscar a mi primera pasajera. Me temblaba todo el cuerpo, la llevé a destino; pensaba, “esto es fácil”, sin saber que esa prueba iba a ser bastante “movidita”. 

Segunda pasajera. Sube una modelo muy conocida, la llevo hasta Recoleta. Toda la gente que sube al coche tiene esa peculiaridad… son de “alta sociedad”. El miércoles y jueves hago jornada completa de ocho horas cada día, también para probar cómo era estar ocho horas frente al volante.

Esos días hice ocho viajes, me quedé hasta las 12 de la noche. En la mayoría se seguía repitiendo el mismo patrón en cuanto al tipo de gente. Varios ya habían viajado en otro país, y otros ya lo hicieron acá en la Argentina. Dos de estas personas me comentaron, palabras textuales: «Tus compañeros (por los otros conductores de Uber) están sin trabajo desde diciembre con esta ola de despidos en el Estado, y esto los está ayudando mucho».  

Otros hacían comentarios sobre «lo lindo que la pasamos en Miami» o «aguante Macri!, yo lo banco, le tengo fe». Se hacen las 11, subo a los últimos pasajeros en Belgrano.

 

Delante de mí se pone un taxi y frena muy bruscamente. Lo tomo como algo normal. Recuerdo que atrás llevaba un cartel que decía «FUERA UBER».  Dejo a los pasajeros (una sofisticada pareja de Recoleta) y se me pone  un taxi atrás a sacar fotos de mi auto y a filmar toda la situación. En ese momento mi corazón latía a mil; salí del auto como para estirarme y respirar.

El taxi se pone delante de mí. Yo arranco el auto y el taxi comienza a seguirme. Estuve casi 20 minutos dando vueltas por toda la Capital, sin pasajeros, y el taxi siguiéndome. En un momento se me pone otro taxi al costado, altura Corrientes, y me tira el coche encima.  

Esta actitud me asustó un poco más. Doblo en Santa Fe, y a la altura de Carlos Pellegrini uno de los taxistas me golpea la ventanilla y me pregunta: «¿No viste un UBER por acá?», a lo que respondí que no. «Decile que esta semana comenzamos a sacar fotos; la próxima, empezamos a romper los coches»

Acto seguido, se baja del auto y me dice: «Flaco, esto es una advertencia. La próxima vamos a romperte todo el auto, y no es una broma». Yo seguía tranquilo. Llego a mi casa, me acuesto y mando un mensaje a uno de los contactos que tiene Uber para hablar con sus “socios”.

El viernes me llamaron del estudio de abogados que lleva adelante Uber en la Argentina, «Rattagan, Macchiavello, Arocena & Peña Robirosa» y me dijeron que Uber afrontaría todo cargo o rotura de mi auto, y que me quede tranquilo. 



Esta historia continuará…

 

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