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Hernán Brienza: President for export

Hernan Brienza

Es cierto que después del desbocamiento presidencial del mes de abril, Mauricio Macri parece haber recuperado el tono anodino y soso que le aconseja el buen marketing. Ha bajado el tono belicoso que utilizó después del primero de abril y ha entrado en una zona de negociación de minucias que le ha permitido tomar un poco de aire fresco.

Los sindicalistas ya no son sólo “mafiosos” sino clientes políticos a los que hay que contener con incentivos materiales individuales, ya que no puede hacer con incentivos ideológicos, al menos, en términos públicos. Incluso apeló a un pacifismo discursivo poco creíble respecto de los sucesos críticos de Santa Cruz. Tras ahogar a la provincia financieramente -nada que no hiciera ningún presidente respecto de alguna provincia díscola- apeló sobreactuadamente a un llamamiento a la paz.

Luego de comprobar que la violencia discursiva no es bien pagadora de cara a las elecciones de octubre y que sólo fideliza el electorado propio y ahuyenta a los sectores moderados, Macri bajó el tono. Pero, obviamente, no cambio ni una coma del modelo. Es más, algunos de sus representantes anunciaron que después de octubre se viene el ajuste real que los principales operadores neoliberales están ansiosos por aplicar.

Luego de comprobar que la violencia discursiva no es bien pagadora de cara a las elecciones de octubre y que sólo fideliza el electorado propio y ahuyenta a los sectores moderados, Macri bajó el tono. Pero, obviamente, no cambio ni una coma del modelo

Pero quizás la nota semanal la dio el viaje de Macri a Estados Unidos y su encuentro con su par Donald Trump. Si bien la foto sonriente entre ambos mandatarios puede servirle al argentino para las primeras planas de los medios oficialistas, pero no será traducido en un beneficio real ni para el Estado ni para las mayorías argentinas. De alguna manera la frase de Trump demostró la categoría de las preocupaciones de los dos presidentes: Geopolítica imperialista (por decirlo burdamente), por el lado de Trump, agenda híper localista por parte de Macre (limones y mayor endeudamiento).

En términos de beneficios reales, el viaje no tuvo una gran significación para la Argentina más que los beneficios para un sector específico y la posibilidad de librar un mayor endeudamiento

Por supuesto que la agenda verdadera no la conoceremos hasta dentro de unos días, pero lo que sí se sabe es que Argentina ha decidido volver a entrar dentro de la órbita de hegemonía de Estados Unidos, como lo hiciera con Carlos Menem en la década del noventa. Y los resultados de esa alineación automática no tienen por qué ser muy distintos a los que los argentinos experimentemos en los próximos años.

En términos de beneficios reales, el viaje no tuvo una gran significación para la Argentina más que los beneficios para un sector específico y la posibilidad de librar un mayor endeudamiento. Pero para Macri puede tener algún grado de beneficios a corto plazo. El frente exterior, al menos en el plano protocolar, resulta más ameno para él que la política interna. Y lo explota en los diarios como sabe hacerlo. Espectacularizando sus viajes. Mostrándose como un presidente for export, aunque esté lleno de deudas internas.

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