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Hernán Brienza: Campana de largada

Hernan Brienza

¿Habrá voto castigo en las Paso y en las elecciones de octubre contra el presidente Mauricio Macri y su troupe? ¿O simplemente habrá voto opositor? De cómo respondan los ciudadanos en los comicios estas dos preguntas dependerá el nivel de golpe que recibirá el gobierno y el caudal de votos que recibirá la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

En un primer momento, los estrategas mediáticos del gobierno nacional creyeron que la mejor opción era polarizar con Cristina. En su análisis de situación, creyeron obcecadamente que esa era la mejor opción para neutralizar a Sergio Massa y al mismo tiempo crear un enemigo fácil de derrotar. Hicieron ese cálculo suponiendo que el Kirchnerismo ya había sido vencido en 2015 y que la campaña de la Fusiladora Mediático Judicial contra algunos de sus referentes había dado resultados devastadores.

En su negación de la realidad, resultado de cierto dogmatismo y sobre autoestima, creyeron que la estigmatización contra Cristina era irrevocable. Nada peor le puede pasar a una dirigencia política en un gobierno que perder contacto con la realidad. Eso le está pasando al Macrismo. Acostumbrado a mentir, terminó creyendo sus propios engaños y ahora no toman conciencia del malestar que económico y social que han causado en un sector importante de la sociedad.

En su negación de la realidad, resultado de cierto dogmatismo y sobre autoestima, creyeron que la estigmatización contra Cristina era irrevocable

Este cambio de humor puede resultar letal para el gobierno nacional. Porque puede haber una gran cantidad de votos antikirchneristas que se desprendan hacia el Massismo, es cierto, pero igual de cierto es que grandes sectores de la provincia de Buenos Aires –los más defraudados y golpeados por las políticas de represión y empobrecimiento- visualizan que el verdadero voto castigo a Macri sea, al menos en estas elecciones el apoyo a Cristina Fernández.

la estrategia de Cristina es la correcta. Reflexiva, serena, emotiva pero no sobreactuada, acompañada por distintos representantes simbólicos del desmoronamiento económico macrista, recuperó el centro de la escena, a pesar del ninguneo ridículo de los medios de comunicación

Por su parte, la estrategia de Cristina es la correcta. Reflexiva, serena, emotiva pero no sobreactuada, acompañada por distintos representantes simbólicos del desmoronamiento económico macrista, recuperó el centro de la escena, a pesar del ninguneo ridículo de los medios de comunicación, y desde allí se planta como una alternativa absolutamente competitiva, que sólo el fraude o una jugada antidemocrática como la que sufrió Luiz Inázio Lula Da Silva en Brasil pueden frenar. Sólo le falta una vuelta de tuerca a la “reinvención” de Cristina, y quizás no sea este el momento sino la recta final de octubre. En mi opinión, Cristina debería hacer tres jugadas comunicacionales:

1. Llevar su discurso al futuro y no al pasado. El centro de su mensaje no debe ser sólo la esperanza en el voto              sino la esperanza en el próximo gobierno.

 

 2. No cuestionar a los votantes de los otros espacios políticos sino ofrecerles un abrazo contenedor. Ante el                   “error”, a esos votantes no sólo hay que escucharlos, también hay que abrazarlos, comprenderlos,                                  contenerlos.

 

3. En algún momento, Cristina deberá tener un gesto de autorreflexión. Aunque no lo crea, aunque no lo sienta,          aunque sea para la galería, la ex presidenta debería tenderle un puente de plata a aquellos sectores que se                  sintieron ofendidos con algunas de sus políticas. Ella debería encontrar una fórmula que le permita                            reconciliarse, pedir disculpas por algunos errores, reconocer alguna equivocación. Es cierto que esto va en                contra de todos los consejos de los coaching políticos pero esa fórmula la pondría en un lugar absolutamente            diferente respecto de quienes se enojaron con ella en los últimos años de su gobierno. No se trata de                            autocrítica. Se trata simplemente de “aparentar” humanismo.

Por lo demás, los lanzamientos de campaña no tuvieron demasiadas sorpresas. Massa intentó posicionarse superando “la grieta”, no le queda otro espacio que ese, el de pegar a diestra y siniestra. Y Florencio Randazzo acertó en el discurso de apuntar a Macri, recuperar un discurso peronista de tipo “Nestorista” y no atacar directamente a Cristina, pero temo que la ansiedad personal le haya arrebatado las posibilidades políticas en lo inmediato.

Por lo demás, todos los candidatos estarían abusando un poco de la escenografía TED o Cuadrilátero de Box. Se torna obvia, la metáfora de “en medio de la gente” cuando todos lo hacen y pierde efectividad. Y hay algo para reconocerle al Macrismo: habrá chocado la calesita económica, política y social del país, pero logró implantar una estética comunicacional.

 

 

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