Guillermo Fernández es “Gardel” en tiempo presente
Notable representación en el Moliere. Escribe Alejandro C. Tarruella
Tiempo de los mejores
Guillermo Fernández es hoy uno de los artistas argentinos más completos. Como cantor es uno de los mayores del país. Puede escribir una canción, cantar un tango o una zamba acompañándose con guitarra, preparar un espectáculo, pergeñar un programa de radio. Por eso, cuando sale en “Moliere viernes y sábado a contar la vida de Gardel con un elenco de notables, deja observar otro rasgo, la generosidad porque solo se junta con “los mejores”. Elaboró años la historia y tuvo como guionista a Luis Longhi, un grande capaz de hacer dos o tres roles en la obra, escribir un libro con aspectos de la vida de Perón, tocar el bandoneón y lo que venga. Federico Mizrahi es el músico excepcional que dirige ese aspecto y realizó con Guillermo la música de “Gardel”. La obra rehace en las tablas la trayectoria de Carlos Gardel, elige determinadas vivencias y juega las canciones, la actuación de los actores, con videos originales. Esa conjunción artística, conmueve a los espectadores en un hecho que no es común en el mundo. No hay obras semejantes, ni tratamientos teatrales que aborden la vida del gran cantor de todos los tiempos.
Si bien la historia hace un seguimiento cronológico, desde sus inicios de cantor criollo junto a Razzano (singular y afirmado Roberto Peloni que da el rasgo rioplatense a la propuesta), el oriental, su orden es emotivo. Quien conoce parece asistir a un reconocimiento que lo va a asombrar por su contenido en el devenir de los absurdos calendarios. Y finalmente, lo que atrapa es justamente los que Fernández y su equipo pergeñaron resumiendo un arte que atrapa, conmueve y llama a esa exigencia sorda del espectador que le pide un poco más, una historia, un sentimiento más para desandar el paso por la tierra del gran artistas que sacudió al mundo e inició la industria discográfica.
Dirigidos por un cuidadoso Ignacio González Cano, las actuaciones son medidas, Guillermo es un Gardel concebido a fuerza de dramatizar una y otra vez ese significado profundo que representa su vida, a veces en el humor, la obra es desbordante (otra vuelta de tuerca a la ductilidad de Longhi al que casi solo le falta ser convocado al seleccionado nacional); evoca una época pero jamás pierde el sentido de percibir que el relato es presente. Por eso, no hay reconstrucción a secas, hay creación en términos de contemporaneidad.
El canto original
La actrices y cantantes (Anita Rodríguez, Alicia Vignola) son otro hallazgo de “Gardel”. Sutileza o momentos de énfasis, el amor o la pérdida se realizan con singular fuerza expresiva. Las voces en el canto son originales y únicas. Del mismo modo, los conflictos del cantor, su madre, la vida, las mujeres, componen cuadros de singular belleza y expresividad.
Guillermo Fernández lleva ese colectivo con naturalidad, buscando en cada matiz, una composición que reúna tiempos, pensamiento y sensibilidad. Se mueve en escena con maestría a esta altura de su carrera y logra un Gardel que emociona cuando alcanza a definir a aquel hombre sencillo, capaz de alterarse ante cualquier manifestación de la vida. El Gardel capaz de encontrar el camino que lleva de la canción criolla al tango, a través de un desafío poético musical que iba a estremecer a la humanidad. Buenos Aires, París, Hollywood o el terreno áspero del Abasto, le sugieren que la existencia se desliza sobre los caminos que traza el hombre. Y en la dramaturgia de los tiempos, parecer sugerir Guillermo, es posible reconstruir con la intención de hacer presente aquello que hace a la historia.
Hay en “Gardel”, un cantor y otro, uno que hizo la historia en la lucha, desde abajo, otro con características semejantes en cuanto a esfuerzo, que ahora reconoce en las tablas, el rol decisivo de aquel y pone su esfuerzo, su compromiso, a traerlo a estos días y estas calles. El arte es su argumento y lo desenvuelve con la maestría de los que saben que el presente es el único espacio donde la misma historia, en el campo del arte, se recupera. Y lo logra.
