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Flavio Bonanno: «La insoportable levedad del globo»

Flavio Bonanno «La insoportable levedad del ser» fue una novela publicada en 1984 por el pensador y escritor checo Milan Kundera. Se trata, básicamente, de un relato que, en clave filosófica, narra bastante más que un o unos varios romances que se van cursando entre pasajes cotidianos y referencias históricas.

El espíritu trascendental de esta historia no es otra cosa que la reflexión que desarrolla el autor sobre el vacío al que, como sujetos (pos)modernos en sociedades (pos)modernas, nos hallamos expuestos y, paradójicamente, lo insoportablemente densa que puede resultar esa vacuidad.

Esta novela, quizás para muchos en el olvido, fue revivida en el transcurso de esta semana por un columnista de La Nación, Carlos Raymundo Roberts, quien, con cierto humor carente de ingenio y argumentos flacos, que más parecieron los desatinos de su rencor editorial, tituló «La insoportable levedad del ingeniero» a una de sus notas de opinión, haciendo referencia al primer discurso del Presidente Mauricio Macri ante el Congreso en la apertura de sesiones ordinarias.

El espíritu trascendental de esta historia no es otra cosa que la reflexión que desarrolla el autor sobre el vacío

En la nota, Roberts arguyó en función de cierto carácter práctico en la figura del ingeniero, sobre todo en comparación con la extensa retórica de la ex mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, a la que le atribuyó cierto exceso de “discursito”.

Palabras más, palabras menos (algunas bastante sonsas, como las referencias grotescas y prejuiciosas al escenario político y la actividad militante en los años de CFK en el Gobierno, por ejemplo cuando el periodista habla de «papelitos» y «micros» que vuelven al «conurbano»), la columna de Roberts «criticaba» desde la ironía el hecho de que el presidente no haya hablado tanto, tan exacto y complejo como solía hacer Cristina, intentando plasmar el mensaje implícito de que como «ingeniero» que es, en su gestión Macri hablaría menos y, aparentemente, trabajaría más.

Desde esta columna, no me resulta tan interesante, por el momento, verificar si el reciente mandatario trabaja más o menos que su predecesora, o si es que acaso trabaja; tampoco tengo interés en desarrollar una burda e innecesaria comparación entre la retórica de Mauricio y Cristina.

la columna de Roberts «criticaba» desde la ironía el hecho de que el presidente no haya hablado tanto, tan exacto y complejo como solía hacer Cristina

Lo que me preocupa como comunicador de este lado de la «grieta» (basta de negarla en pos de consolidar un pensamiento único, homogéneo y hegemónico) es la propuesta de vaciar de contenido los mensajes y consolidar un pensamiento único e impreciso, propuesta que sujetos como Roberts le sugieren al actual presidente de todos los argentinos. Parecieran decir, al mejor estilo Durán Barba, «usted cállese, señor presidente, que nosotros le legitimamos todo».

Desde ya una aclaración personal: desestimo si Kundera es el autor propicio para entender nuestro contexto político; el columnista de La Nación lo interpretó así, y me motivo a intentar este relativo análisis que no es mucho más que una opinión: La cuestión es, y que no se puede ni debe desestimar, que el vacío conceptual responde a una matriz ideológica, muy de la derecha, que insinúa que todos pensemos igual, y nos aferremos a ello en un sentido común que, por ejemplo, considere fortuitas las decisiones políticas, cuando no lo son.

  el vacío conceptual responde a una matriz ideológica, muy de la derecha, que insinúa que todos pensemos igual

Y es que verdaderamente desconozco si el columnista de La Nación leyó o no a Kundera, o si acaso comprendió, en última instancia, el eje central y contradictorio (adrede) de la obra. Sobre todo, cuando el escritor checo sostiene que «(…) la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones», y con esto sugiere que el peso (conceptual en CFK, pensemos) puede alivianarse en lo cotidiano (acciones políticas, digamos); y que, por otro lado, la liviandad (de ideas y definiciones en Macri, supongamos) puede resultar insoportablemente pesada (¿O acaso sus primeras medidas no han comenzado a pesar en el bolsillo argentino?).

En ese sentido, y en referencia al discurso de Mauricio Macri del reciente martes primero de marzo en Asamblea Legislativa, no me parece desatinada la primera parte en la que el presidente hizo referencia a una supuesta “pesada herencia”; falaz o no, ese componente es funcional para con sus fines políticos. Ahora bien, entiendo que el mandatario queda expuesto, ante propios, ajenos, y ante la totalidad de la opinión pública, cuando comienza a perderse en abstracciones a la hora de dar definiciones de cómo corregir el supuesto estado de crisis que denuncia. Y esa levedad discursiva, comienza a resultar insoportablemente pesada, incluso hasta para quienes lo votaron.

Esto no es algo nuevo en cuanto a comunicación en el equipo PRO: la iconografía del globo amarillo sintetiza en gran medida la carencia de sustento conceptual de las políticas del supuesto “mejor equipo de la historia” (como se autodefinen). Y el punto es que esto pudo, a priori, haber resultado efectivo para el tiempo de campaña; ahora bien, no pueden olvidarse que ya son Gobierno, y que con globos y expresiones sugestivas no alcanza.

 También hay que mencionar que las industrias culturales y mediáticas aliadas vienen trabajando un contexto para que esto no se note: la violencia ejercida durante las últimas semanas por parte del Estado, los despidos, y las medidas económicas antipopulares tomadas por el gabinete de Macri, parecieran estar legitimadas en medios de comunicación y afines como cuestiones aparentemente leves, “necesarias” o de “sinceramiento”; y sólo los afectados parecen cargar con el peso que esas instancias generan.

la iconografía del globo amarillo sintetiza en gran medida la carencia de sustento conceptual de las políticas del supuesto “mejor equipo de la historia”

El problema es que, en el seno de la opinión pública, los afectados son cada vez más; en muchos casos, también aquellos que han consagrado al ingeniero de la UCA presidente, por una aparente necesidad de “cambio”.

 ¿Son leves las consignas y la retórica del equipo “Cambiemos”? Por el momento se manifiestan de esa manera. ¿Y es esta levedad sinónimo de practicidad y eficiencia? A diferencia de Roberts, no se me ocurre una conexión garantizada.

Lo cierto, y comprobable, es que Cristina Fernández era de extenderse ante el micrófono; pero era también de dar definiciones que alborotaban, de tantas y tan exactas, a cualquier redactor de agencia que tuviera que cubrir sus cadenas.

Por el momento, el actual presidente no logra salirse de su lógica de “la insoportable levedad del globo”; y de seguir siendo asesorado en este sentido, puede que se vayan multiplicando con los días la cantidad de pinchazos que estos cotillones coloridos habrán de sufrir, dejando en evidencia el inevitable peso de un modelo neoliberal.

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