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Encubrir, encubrir hasta el fin de los tiempos

La reapertura del mamarracho denuncia de Nisman.  Escribe Alejandro C. Tarruella.

Alejandro C. Tarruella

    Aparatos de la justicia privilegiada y representantes corporativos vuelven por Nisman en estos días. Por Twitter, Cristina Fernández hizo alusión al nuevo proyecto de la DAIA que consiste en que la Justicia retome la infortunada presunta denuncia del fiscal Nisman y luego de reiniciarla, acepte a la entidad corporativa alineada con la derecha internacional que actúa hace años contra el país, como parte querellante. Es lo que confirmó el máximo dirigente, Ariel Cohen Sabban. Recuérdese que en la dictadura, en lugar de defender a sus representados, la entidad hacía por ejemplos, libros sobre la vida de Guillermo Brown para complacer al almirante Massera y la Armada. Parece que las cosas no cambiaron demasiado.

   La cadena de encubrimientos del atentado a la AMIA parece que no ceja en su afán de trasladar la propia responsabilidad a “los otros” y aprovechar el clima demonizador instalado en estos meses contra la gestión que entregó el gobierno el 10 de diciembre, para colgarse en esta suerte de inquisición de nuevo tipo.

El propio Nisman durmió la causa durante años mientras accedía por su silencio a un tipo de vida que lo catapultaba con sus propios fantasmas, al mundo de los “presuntamente elegidos”.

   En enero de 2015, la jueza Servini de Cubría decidió no habilitar la feria judicial de enero en reemplazo del juez Ariel Lijo, de licencia en ese momento y sobre quien había recaído la causa que presentó el malogrado fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman. Recuérdese que la causa que apuró Nisman con el apoyo de Patricia Bullrich, Laura Alonso y otros cortesanos políticos, era contra la presidenta Cristina Kirchner y dirigentes políticos. Nisman los acusaba de firmar el Memorándum de Entendimiento con Irán con la misión de «encubrir» a supuestos responsables del atentado contra la AMIA en 1994. Lo interesante de repetir argumentos, se debe a que Servini de Cubría analizó que la denuncia mediática, lanzada en la histeria de un año electoral, «no encuadra en ninguno de los supuestos» que permiten habilitar la feria judicial y sostenía que en su presentación, el fiscal Nisman no se acompañaron «los elementos probatorios» que pudieran sustentar su pedido de habilitar el receso. Nisman, en su ilusión, pretendía que la justicia pasara de inmediato a dictar prohibiciones para salir  del país, que pudieran afectar a la Presidenta en ejercicio y otros personeros. Un absurdo en el que al parecer jugó su vida al quedar comprometido con fuerzas oscuras, servicios de inteligencia y otros, a través de las cuales además, buscaba consolidar su mundo ideal de privilegios.

Pruebas endebles

Lo cierto es que la jueza desestimó la gravedad de los hechos sostenidos con pruebas endebles. Expresó incluso que aún cuando la denuncia pudiese ser calificada de «gravedad institucional» en la argumentación endeble de Nisman, «no se han acompañado los elementos probatorios que sustenten sus solicitudes». Muy claro en términos legales donde muchas veces los textos son engorrosos y a veces, inentendibles.

   En ese momento, el juez de la causa Amia, Canicoba Corral, se expresó con severidad sobre Nisman. Dijo con singular contundencia que el fiscal, cuya función consistía en conducir a los agentes de inteligencia terminó conducido por ellos. Clarísimo incluso debió serlo para la corporación DAIA metida en el juego internacional de servicios e intereses que ponen en duda su verdadera función social. Canicoba Corral además, negó haber ordenado las escuchas que dijo tener Nisman y no mostró y a partir de esa convicción, con certeza,  puso en tela de juicio la validez jurídica de las pruebas aludidas.

    Por su parte, la Asociación Civil Memoria Activa, familiares y amigos de las víctimas del atentado a la AMIA, dio a conocer en enero de 2015, un comunicado en el que aseguraban que a Nisman, no le creían «nada», y argumentaban: «es público y notorio que ha utilizado los enormes recursos que ha tenido su fiscalía para fines que nada tienen que ver con el esclarecimiento de la masacre». Memoria Activa criticó «el uso y abuso que se ha hecho de la causa AMIA en estos 20 años, para dirimir cuestiones políticas que nada tienen que ver con la búsqueda de verdad y justicia». No suelen recordar los periodistas corporativos que Memoria Activa pidió en años recientes una y otra vez, su separación de la causa por falta de idoneidad. Jamás fueron escuchados en el ámbito oficial tanto por los gobiernos nacionales como por las organizaciones rectoras de la comunidad.

Decían: «El caso sigue impune, el encubrimiento sin juicio oral y un proceso lleno de obstáculos». Firmaban la presidenta de Memoria Activa y su Secretaria General, Adriana Reisfeld y Diana Malamud. Recordaban que la causa sigue «sin ningún avance desde hace más de 15 años» durante la rectoría de varios gobiernos. De ahí cuando algunos personeros del régimen vuelven a las andadas en procura de imponer el poder a rajatabla y las razones de la sinrazón, cabe recordar aquella sencilla proclama de las calles que dice: “la mentira tiene patas cortas” aunque el poder cuando luce despótico, pude hacer de ellas una causa que se lleve adelante a “manu militarí” con un fin: llevar el encubrimiento del atentado al fin de los tiempos.

 

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