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El fantasma de Fuentealba

Edgardo Rovira El 4 de Abril de 2007 no fue un día más para la comunidad educativa. Ese día, después de un mes de paro, cortes de rutas y marchas por mejores condiciones laborales, fue asesinado Carlos Fuentealba. Mientras se comunicaba el parte médico que informaba de la virtual muerte cerebral del maestro, el gobernador Sobisch decía: “ordené el operativo policial con el propósito de evitar el corte de la ruta 22”.

El 6 de Abril de 2017, mientras en toda la Argentina se realizaba un Paro General contundente, sobre la Panamericana Eugenio Burzaco, secretario de Seguridad de la Nación, ordenaba reprimir a docentes, trabajadores de fábricas, sectores de Izquierda y Movimientos Sociales con el propósito de evitar el corte de la Autopista. Una vez más, daban rienda suelta a un “Protocolo antipiquete” con la excusa de permitir la libre circulación.

Recordemos que Eugenio Burzaco fue asesor de seguridad de Jorge Sobisch, cuando éste era gobernador de Neuquén y llevó adelante la represión que se cobró la vida del maestro Fuentealba. Presidió la Fundación PensAR junto a “colaboradores” del tristemente célebre Cuerpo de Inteligencia del Batallón 601. Durante el gobierno de la Alianza integró la SIDE. En 2009 asumió como jefe de la Policía Metropolitana y fue parte de la represión en el Parque Indoamericano donde hubo muertos y decenas de heridos sin que hubiera justicia por eso.

No hay duda que Burzaco, el hombre a cargo de los cien mil efectivos que componen las cuatro fuerzas federales de seguridad del país (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria), puede garantizar la represión que le pida el gobierno de Macri cuando los trabajadores salen a las calles a enfrentar el ajuste.

El 4 de Abril se cumplieron 10 años sin Carlos Fuentealba, 10 años sin justicia completa, 10 años sin encontrar respuesta ni forma de explicar a todos los alumnos que hoy cursan la escuela, la razón por la que el Estado asesina maestros. O cómo explicar que el Estado deja libre a los responsables ideológicos de esos asesinatos. La represión del 6 de Abril deja sin respuesta ni forma de explicar por qué el Estado reprime a los trabajadores cuando ejercen su derecho de manifestar.

El gobierno de Macri lleva sus posturas verbales violentas a los hechos de violencia física, de la misma manera que alguna vez los llevó Sobisch en Neuquén. Faceta represiva de un gobierno que sabe que su plan económico no cierra sin represión. Un plan económico que baja el salario, genera desocupación, tensión social, violencia social y que de alguna manera la respuesta que tiene preparada son balas de goma y gas pimienta en el mejor de los casos.

Lo que busca el gobierno de Macri es generar temor. La represión del 6 de Abril de 2017 en Panamericana se inscribe en una ya larga serie de actos de violencia institucional, abusos policiales y contención de la protesta social por medio de la fuerza que responden a la intención de Macri de usar el miedo para disciplinar a toda expresión popular.

El 30 de Marzo en Villa Caraza, Lanús, el Secretario de seguridad de Grindetti, Diego Kravetz, ordenó reprimir en un merendero con 70 niños y adolescentes cenando. Por ese hecho, perdió su embarazo la cocinera del lugar. Kravetz, no hace mucho fue denunciado por infiltrarse en organizaciones populares para perseguir a vecinos y militantes.

Después de reprimir sobre la Panamericana, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich dijo: “Hoy aplicamos el protocolo antipiquetes 100%” y señaló que también se logró “algo importante”, que es demostrar que el gobierno “no necesita ninguna orden de ningún juez”. Como el 4 de Abril de 2007, Sobisch no necesitó de ninguna orden judicial para asesinar a Fuentealba, ni Duhalde necesitó el 26 de Junio de 2002 para asesinar a Kosteki y Santillán.

Confundir represión del delito con prevención, ordenamiento y control, es la punta de lanza que lleva a nuestra sociedad a posiciones conservadoras. Si seguimos por este camino, en las rutas y calles no habrá solamente piquetes, estarán los cuerpos muertos de los pibes pobres y de los trabajadores desocupados que manifiestan su hambre e impotencia.

El 9 de abril de 2017, mientras escribía estas líneas, hubo una dura represión contra dirigentes y miembros de los gremios docentes que intentaban instalar  sobre la Plaza del Congreso una Escuela Pública Itinerante buscando modificar la expresión de protesta y así evitar el paro. El resultado: detenidos y corridas.

La tensión sigue aumentando y la respuesta represiva también. No hay plata para educación, pero sí hay plata para reprimir a los docentes. Desde el discurso de Macri el 1° de Marzo podemos advertir que Cambiemos piensa utilizar la represión para controlar la protesta social sin que le tiemble el pulso. De ese lugar no hay retorno y el fantasma de Fuentealba vuelve a dar vuelta por las escuelas.

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