El comienzo de muchos comienzos
El puntapié inicial de una de las bandas que más ‘cracks’ en las cabezas del mundo produjo, creando una revolución a través de la psicodelia y abriendo las puertas de la precepción para palpar ese infinito en el que sobrevuelan sus poesías.
Cuenta la historia que Jim Morrison y Ray Manzarek se conocieron en la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) mientras estudiaban cinematografía. Luego de un tiempo sin verse, se encuentron en la playa de Venice, California, donde entablaron una conversación en la que Jim comenta haber estado escribiendo poemas y Ray le pide que se lo recite; aquel poema era Moonlight Drive.
Encantado con lo que había escuchado, Manzarek le sugiere inmediatamente que se uniera a la banda que compartía con su hermano, Rick and The Ravens. En el mes de agosto se suma John Densmore, baterista en The Psychodelic Rangers, que conocía a Rick de meditación. Con esa formación y una bajista que mantuvieron en anonimato, el 2 de septiembre de 1965 entraron en World Pacific Studio y grabaron un demo de 6 canciones. Hacia fines de ese mes entraría Krieger y se irían Rick and The Ravens, dándole forma al plano original de The Doors.
El demo en alrededor de 15 minutos incluye End of The Night, luego grabado en el disco homónimo en 1967, Moonlight Drive y My Eyes Have Seen You, posteriormente editados en Strange Days (1967), Hello, I Love You y Summer’s Almost Gone, que más tarde pertenecieron al disco Waiting for the Sun (1968) y Go Insane. Esta grabación se podía conseguir parcialmente de manera pirata hasta el año 1997 cuando se publica un Box Set con 5 discos, en el que aparecen las 6 versiones.
Este no fue solo el comienzo de The Doors, sino que también marca ¿sin querer? el comienzo de una nueva etapa, en la que la música cobra protagonismo y te conduce a nuevos horizontes. Esos horizontes que millones de jóvenes en el mundo comenzaron a buscar en cada mínimo detalle de sus vidas y entorno, haciendo frente a una percepción del mundo que hasta el momento les era desconocida.
Por Agustín Maidana
